Esta semana se están clausurando los ciclos escolares en diferentes instituciones educativas, pero quiero referirme a las que ha formado el Movimiento Antorchista a lo largo de estos 50 años. Estas instituciones tienen un carácter distinto al del sistema educativo tradicional y, por su formación, poseen una visión diferente a la de muchas otras, pues se han consolidado con el apoyo de padres de familia, maestros y alumnos que han visto la necesidad de crear escuelas en lugares apartados o que, en muchos casos, han tenido que luchar por claves de reconocimiento, a pesar de la negativa de algunos gobiernos.
Así, en Baja California, hemos demostrado que la educación es parte fundamental para los antorchistas. Con abnegación y dedicación, se han construido desde cero ocho instituciones, desde preescolar hasta universidad, muchas veces solo con el apoyo del antorchismo. A la fecha, nuestras instituciones han entregado a la sociedad nueve generaciones de jóvenes con una visión de la vida distinta, pues dentro de nuestras aulas se ha impulsado el arte y el deporte como tareas fundamentales. No nos hemos limitado a lo académico; hemos ido más allá.
Parte esencial de este logro —es necesario decirlo— se debe a la abnegación de los profesores adheridos a Antorcha Magisterial, quienes durante años trabajaron sin remuneración alguna, solo con la consigna de fomentar la educación entre los más desprotegidos, entre quienes poco o nada tienen. Estos maestros han impulsado a los mexicanos a continuar su preparación para servir al pueblo trabajador que los vio nacer.
Vivimos una coyuntura social en la que el arte se ha convertido en mera mercancía, donde quien quiera practicarlo debe pagar por ello, donde bailar, cantar o declamar exige cubrir una cuota en una escuela especial. Pero para nosotros esto tiene que ser diferente. Por eso, en cada una de nuestras instituciones, hemos fomentado el arte como base primordial de la formación humana. De ahí que hoy lleven el nombre de “Divulgar la cultura es defender la patria”, pues hemos entendido que solo así el pueblo podrá alzarse y exigir, ante quien sea, mejores condiciones de vida: una existencia justa y equitativa.
Estas graduaciones, en las que vemos a cientos de jóvenes recibir un diploma en reconocimiento a sus años de esfuerzo, deben ser un parteaguas para demostrar que estamos en el camino correcto. Se han formado jóvenes que no solo buscan terminar una carrera, sino que están dispuestos a devolver al pueblo lo aprendido, a apoyar las causas más nobles y a demostrar su gratitud. En un futuro no muy lejano, podrán contribuir, no solo a sus familias, sino a la sociedad en general, con sus conocimientos. Esa es la tarea fundamental de Antorcha Magisterial: formar jóvenes distintos, que vean en la sociedad agobiada por la pobreza y la desigualdad un motivo para superarse y, con ello, animar, alentar y exhortar al pueblo a levantarse y denunciar las injusticias que padece. Hoy salen a la sociedad jóvenes formados por el Movimiento Antorchista, quienes, tarde o temprano, demostrarán por qué son diferentes.
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