En 1941 los alemanes habían cercado Leningrado. Aunque parecía que nada podría salvar a la ciudad de la rabiosa ofensiva germana, esta se encontró con una fuerte resistencia.
El 30 de abril de 1945, a diez días de la victoria final sobre la Alemania nazi, el sargento soviético Melitón Kantaria, junto con Mikhail Egorov, izaron la bandera roja de la URSS (de la hoz y el martillo) en el edificio del Reichstag en Berlín. Este gesto simbolizó la derrota de la barbarie fascista y la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial.
La gesta heroica del pueblo soviético contra el nazifascismo de Hitler es el mejor regalo que se le pudo dar a la humanidad.
Justamente, también el 30 de abril, el centro de Berlín estaba bajo fuego soviético. Ese mismo día, Adolf Hitler se suicidó junto a su esposa Eva Braun.
Gracias a la URSS, el imperio nazi había sido destruido por los soviéticos, y se constituía así la garantía no sólo de la libertad de los países europeos, sino también de la de los países latinoamericanos. Si la Unión Soviética no hubiese entregado su sangre, su inteligencia, su coraje y su firmeza inagotable para terminar con el imperio nazi, seguro hasta los países latinoamericanos hubiéramos sucumbido ante la esclavitud a la que indiscutiblemente nos someterían.
Los deseos de Hitler eran exterminar a las razas que consideraba inferiores, “infrahumanas”, en cámaras de gas (judíos, africanos, mestizos, romaníes, eslavos), y exaltar la raza aria, la “raza maestra” (raza nórdica, mediterránea, dinárica, alpina y báltica oriental), es decir, los alemanes, ingleses, daneses, noruegos y suecos, quienes, a su parecer, eran los racialmente más puros de Europa.
A ochenta años de la derrota soviética sobre el nazifascismo alemán, el maestro Aquiles Córdova Morán, líder del Movimiento Antorchista Nacional, mencionó en una entrevista a Canal 6 que el nazismo no fue más que una manifestación del imperialismo alemán, que estaba en guerra con el imperialismo inglés y otros imperialismos, y consideró que esta derrota está incompleta y tiene que completarse con la derrota del capitalismo, en particular de su fase imperialista.
Sin embargo, no podemos olvidar jamás que esta gesta heroica del pueblo soviético contra el nazifascismo de Hitler es el mejor regalo que se le pudo dar a la humanidad. Si la historia hubiese sido diferente, no es difícil imaginar el futuro que nos esperaría a los habitantes del planeta.
26 millones 600 mil rusos perecieron en esta batalla. Ofrendaron su vida en pro de un mejor futuro, no sólo para el pueblo soviético, sino para la humanidad entera. Con esto, el pueblo ruso dio al mundo la mayor prueba de afecto.
Es un hecho conocido pero acallado hoy en día, que el 8 de mayo de 1945, el día que el alto mando nazi firmó su rendición, el primer ministro británico Winston Churchill envió a Stalin el siguiente mensaje: “Las generaciones futuras reconocerán su deuda con el Ejército Rojo en una forma tan franca como lo hacemos nosotros que hemos vivido para presenciar estas pujantes hazañas”.
Pero ¿por qué el cambio tan evidente de parecer? Como escribió el propio maestro Aquiles en su texto titulado ¿Quién ganó la Segunda Guerra Mundial?: “Lo que pasó fue que él y el Occidente pensaban que la URSS regresaría a casa después de su victoria, dejándoles libre el camino para adueñarse de toda Europa. Y no fue así. La Europa oriental liberada por la URSS optó por crear estados populares o socialistas en cada uno de sus países y unirse a la Unión Soviética para construir juntos un mundo mejor. Eso lo convirtió, para las potencias occidentales, en una amenaza mucho mayor que la URSS sola”.
Ante estos resultados, había que intensificar la guerra por todos los medios posibles contra quien o quienes se consideraban los enemigos del sistema prevaleciente y de su dominio mundial. “Así se reactivó e intensificó como nunca antes la Guerra Fría, y para esto se valieron de todo tipo de infundios y calumnias contra la URSS y el socialismo, los vencedores de la bestia nazi”.
Y hoy en día, tras ochenta años de esta victoria que marcó un cambio drástico en la historia, Estados Unidos —el que veladamente ondea la bandera alemana del nazismo—, en voz de su presidente actual, Donald Trump, se atreve a asegurar al mundo entero, en su afán de tergiversar la historia y hacer creer que Estados Unidos fue el verdadero vencedor de los nazis (a los que seguro no consideraba tan bestias, pues los apoyó por mucho tiempo), que: “Estados Unidos hizo más que cualquier otro país, que resultó en un resultado victorioso en la Segunda Guerra Mundial”, y agregó: “ganamos ambas guerras, nadie se nos acercaba en fuerza, valentía y brillantez militar, pero nunca celebramos nada”.
Como también afirmó el maestro Aquiles en su texto antes citado:
“La cuestión de quién ganó la Segunda Guerra Mundial es muy importante y actual porque es parte de la política imperialista para dominar al mundo, una política que exige reescribir la historia completa de esta guerra con cuatro objetivos básicos:
Primero: ocultar la responsabilidad de las potencias occidentales (Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos) en la rápida recuperación y rearme de Alemania.
Segundo: maquillar su papel en esta guerra (de la que hoy se declaran vencedores únicos), que fue calculadamente marginal con el fin de permitir a Hitler aplastar el socialismo.
Tercero: quitar todo mérito a Stalin y al Ejército Rojo en la derrota de la Alemania fascista y en la liberación de Europa oriental.
Cuarto (y el más peligroso y actual): crear un nuevo clima mundial de ‘guerra fría’, es decir, de linchamiento mediático de Rusia y China para someterlas o destruirlas, y así acabar con el único obstáculo que se opone a su dominio mundial”.
No permitamos tal infamia contra todos los millones de seres que ofrendaron su vida por un mundo mejor. No seamos testigos mudos de tal aberración. Alcemos la voz y difundamos entre los más jóvenes la verdad de esta gesta heroica. Que todo el mundo sea testigo y sepa que estamos endeudados con el pueblo ruso.
Que sepan que la unión del pueblo puede crear maravillas y lograr hazañas excepcionales, como acabar con la pobreza que impera en el mundo y que es resultado de este sistema nefasto llamado capitalismo, de las guerras, de la injusticia y de muchos males que imperan, y que sólo con la unión de los pueblos surgirá la fuerza necesaria para lograr la victoria, como el 9 de mayo de 1945 lo logró el pueblo soviético contra la bestia nazi.
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