Podría pasarme días descubriendo tantas cosas bellas a las que conduce el hashtag DeclamoConAntorcha...Se trata de un espacio creado en pocas horas con la participación de miles de personas que al mismo tiempo decidieron todas hacer un acto de pasión, contagiadas de "un amor infinito y sobrehumano, como el santo de Asis", un espacio en la red equivalente a una extraordinaria ventana cibernética hacia el espíritu de los mejores hombres de la Humanidad, ventana que contradice al nido en que nació, una atractiva ventana cuya sola existencia contradice la estrechez de la más eficaz arma jamás ideada para nulificar precisamente al espíritu humano. Es un alivio ver que donde menos lo espera esta quejumbrosa sociedad opresora, le brotan virus revolucionarios vestidos de Poesía.
Bien podría dejar de hacer muchas otras cosas maravillosas a las que también me invita Antorcha para sumergirme eternidades en esa ventana, pero no debo. Realmente esta vida que llevo se está transformando cada vez más en un conflicto grave, pues por momentos no sé a dónde dirigirme para construir cosas bellas. ¡Antorcha me pone a construir poesía con los hechos, en los hechos, y me pone a declamar poesía y a escuchar declamadores! Quizá no tendría por qué ser un dilema, pero lo es: un dilema inaudito que hoy atisbo como una futura contradicción consuetudinaria de futuros hombres, de esos "seres de extraordinaria belleza que habitarán en luminosas arquitecturas aéreas" y, a la vez, una contradicción extraordinaria de los hombres nuevos que hoy viven aquí y que hoy construyeron la referida ventana. Los declamadores y los hechos de Antorcha se entrelazan, se funden, se atraen mutuamente a pesar de sus esencias diametralmente opuestas: una espiritual y la otra material. Hay un momento en que parecieran lo mismo: muchos declamadores que conozco son constructores de hechos de una materialidad pasmosa, y sus hechos mismos tienen el ritmo de la perseverancia, tienen por así decirlo, la métrica de una revolución, la sonoridad de la realidad transformada, la rima que caracteriza al consecuente con su pensar, los hechos de los antorchistas son metáforas de sus nobles ideales.
Quisiera explicar más. Sé muy poco de Poesía, llegué a ella tarde en mi vida, pero lo hice gracias a Antorcha y hoy lo agradezco infinitamente, aunque fue a trompicones debido a mi desconocimiento y a que sacudí tardíamente las cadenas de control burgués. Apenas sé unos cuantos poemas, y me avergüenza no saber más. Me admira cuántos saben los jóvenes constructores que me rodean y el cúmulo de los que han declamado los constructores más viejos. Pero aún siendo poco, lo que entiendo de Poesía me alcanza para comprender que para transformar este mundo los constructores tienen que pensarlo poéticamente; y lo afirmo sin pretenciones falsas: quienes acaben definitivamente con la pobreza y todos los males que acarrea tienen que entender de Poesía, tienen que ser la voz de los poetas, tienen que revivirlos declamando honestamente sus poemas mientras construyen un nuevo mundo, tienen que ser poetas ellos mismos y construir sus poemas como los antorchistas construyen con hechos un nuevo México: sin Poesía no podrán hacerlo, sin el humanismo concentrado en el poema no habrá México del futuro, ni México alguno.
Por eso siento el dilema, porque quiero acudir presuroso a los brazos de la Poesía y, a la vez, construir sin pérdida de tiempo su metáfora en la realidad de mi gente, de mi clase social. Antorcha me ha hecho comprender que sin Poesía los proletarios de México están perdidos en la larga noche del capital; los humildes de nuestro país requieren que los dirijan poetas...y todos los poetas que en el mundo han sido. Y sólo con la poesía en el pecho, en el alma y en el cerebro, podrán los constructores transformarse en los titanes que requiere la creación de un nuevo mundo. Urge poesía, ya. Toda tardanza es mortal.
Por ello podría pasarme horas y días abriendo cada enlace del hashtag, meditando cada frase sembrada allí con fervor, reflexionando cada pensamiento y buscando referencias. Pero si usted no tiene aún las mismas prioridades, hágalo y déjese conducir hasta Querétaro, deje que la Poesía lo bañe en las aguas de su fuente de la eternidad este 30 y 31 de marzo e involúcrese en el futuro que hoy construimos: el XI Concurso Nacional de Declamación que organizamos los antorchistas es eso, un luminoso verso del porvenir. Lo invito a que rime con él.
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