MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Cuánto cuesta el precio de garantía?

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Volvemos a ser testigos de una movilización de productores del campo en distintos estados del país, al menos 100 mil agricultores de 10 estados de la República. Su justa protesta demanda que se establezca un precio de garantía de, al menos $7,200 por la tonelada de maíz producido; cantidad suficiente para poder cubrir los costos de producción y obtener un margen de ganancia que permita que la actividad sea rentable para millones de familias mexicanas.

Como puede observarse, lo que se exige es un precio justo al trabajo acumulado de millones de mexicanos, no se pide ningún regalo ni concesión. La obligación de los gobiernos, sin importar el color que sea, es incentivar la producción con precios justos, ya que el maíz es una mercancía de suma importancia para el mundo.   

Según la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO), el maíz es el segundo cultivo más importante del mundo por su producción, después del trigo, mientras que el arroz ocupa el tercer lugar. Este alimento es utilizado como alimento humano, forraje para el ganado y como materia prima para numerosos productos industriales. A nivel mundial se cosechan 202 millones de hectáreas, con una producción de 1,128 millones de toneladas.

En América Latina la producción apenas alcanza los 190 millones de toneladas. La situación de México es trágica: en la cuna del maíz solo se producen 25 millones de toneladas, mientras que el consumo nacional asciende 47 millones, es decir, existe un gran déficit de 22 millones de toneladas que el país cubre mediante importaciones para poder alimentarse. ¿No debería bastar ese déficit en el consumo nacional para garantizar e incentivar la producción nacional?  

El 85 por ciento del maíz producido en el país es generado por campesinos que poseen no más de siete y, en algunos casos, hasta 15 hectáreas. Son los pequeños y medianos productores los más afectados. En primer lugar, por la falta de competitividad en el cultivo, lo que genera altos costos de producción y los ata a fijar un precio mínimo de la cosecha por hectárea, de lo contrario, obtendrían pérdidas y saldrían como las gallinas, poniendo.

No es necedad la demanda constante de los campesinos por tener un precio justo por tonelada. Aunado a esto, el precio depende de la bolsa de Chicago, de la especulación, de los monopolios fabricantes de productos a base de maíz en el mundo; tal es el caso de GRUMA, gigante agroalimentario productor de harina de maíz, que tiene el poder de fijar precios a razón de obtener siempre la máxima ganancia.   

Los intereses de los monopolios son puestos en primer lugar. Mientras los campesinos tienen que exigir que se valore y pague el producto de su trabajo de manera justa, a través de la protesta, GRUMA, sin despeinarse, incrementa de manera sostenida sus ganancias, así lo demuestra los datos de sus propios informes financieros, que muestran un crecimiento constante: en 2022, su utilidad anual neta ascendió a 319 millones de dólares, es decir, unos 5 mil 885 millones de pesos; para 2023 a 407 millones de dólares, es decir, unos 7 mil 509 millones de pesos y para 2024, las cosas no se vieron mermadas para ellos, su utilidad neta anual fue de 532 millones de dólares, un total de 9 mil 815 millones de pesos. Así de grandes son los intereses que los monopolios se ponen en primer lugar. Si la comercialización de productos hechos a base de maíz da tan buenos réditos económicos, ¿por qué los productores de la materia prima no pueden disfrutar de igual forma sus ganancias con crecimiento sostenido? Porque se ponen en primer lugar los intereses de los monopolios por sobre, aunque sean millones, los intereses de los agricultores mexicanos, priorizando siempre la obtención de la máxima ganancia.   

Los pequeños y medianos productores se enfrentan a Sansón en el gobierno actual y en los gobiernos pasados. Al inicio de los bloqueos, la industria agroalimentaria pagaba alrededor de 5,200 pesos la tonelada de maíz, en tanto que el costo de producción de la tonelada de maíz ascendía a 5,500. Después de más de 150 días de trabajo, desde la preparación de la tierra hasta la cosecha, querían que los productores, además de aceptar sus pérdidas, todavía pagaran por trabajar, vaya descaro. Después de negarse a tan infame precio que ofrecían los empresarios, la lucha agrícola se vio forzada a solicitar la intervención del Estado mexicano para detener esta injusticia, solicitando un precio de garantía para evitar pérdidas y poder disfrutar la retribución de su trabajo; dicho precio asciende a 7,200 por tonelada de maíz. La diferencia entre el precio ofrecido por los acaparadores del maíz y lo solicitado por los productores ronda los 2 mil pesos; quedaba más que claro lo que tenía que realizar el gobierno morenista en turno.   

Dentro de los dos ciclos productivos de maíz principales en México, se producen, como señalábamos al principio, 25 millones de toneladas, es decir, 12.5 millones por ciclo.  Para este ciclo que corre se necesitan 25 mil millones de pesos para poder cumplir con la demanda de los productores, dinero que para usted y para mí sería algo impensable reunir, ¿pero para el Estado mexicano? De ninguna manera. ¿Cuál ha sido su alternativa? Ofrecen un precio de garantía de $6,050, es decir, un subsidio por parte del Estado de 850 pesos por tonelada, un total que asciende a 10 mil 625 millones de pesos; solo se cubre un 43 por ciento de la demanda; ¿no hay dinero suficiente? ¿La demanda de los productores es exorbitante? No, solo que no es prioridad; si no, recordemos lo destinado a las obras faraónicas de la 4T: los 482 mil millones de pesos que se destinaron al Tren Maya; los 306 mil millones de pesos a la refinería de Dos Bocas o lo destinado al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) por un total de 90 mil millones de pesos. Así las prioridades de la 4T.   

A pesar de la insuficiencia alimentaria nacional en la producción de maíz, pues generamos apenas el 53 por ciento de lo que consumimos, siguen sin instrumentarse políticas públicas destinadas a alcanzar la autosuficiencia alimentaria; lo único que se está logrando es desincentivar esta actividad agrícola de gran trascendencia para los intereses nacionales. En Jalisco se ofreció una bolsa “adicional” de 180 millones de pesos por parte del gobierno estatal, totalmente insuficientes para cubrir los 2 mil 127 millones de pesos del precio de garantía en el estado, ya que solo cubre el 8.4 por ciento de la cosecha, ¿y el 91.6 por ciento restante?   

Lo que podemos observar con las distintas acciones del gobierno federal es una insensibilidad por parte de las autoridades correspondientes, largas y una serie de justificaciones de por qué no pueden apoyarlos, dejando en la incertidumbre a los productores. Recordemos que la insuficiencia alimentaria y el precio del maíz en México son solo una manifestación concreta del neoliberalismo, que solo es una forma del modo de producción capitalista, en donde el Estado solo juega un papel de espectador, guardián y colaborador de los grandes monopolios del mundo, como el caso de GRUMA. Si no lo cree, juzgue su realidad y vea quién es el afectado y quién el victorioso.  

No debe ser novedad que el Estado mexicano y sus políticas gubernamentales solo estén destinadas a jugar un papel asistencialista y de apoyos económicos que solo sirven para la manutención de las familias y no para invertir de manera seria en las actividades agrícolas de acuerdo con los requerimientos planteados para poder elevar el rendimiento de maíz por hectárea y volver esta actividad agrícola realmente rentable para los mexicanos. La realidad vuelve a colocarnos en el mismo escenario: por un lado, la clase rica y, por el otro, la clase trabajadora, a quien le vuelve a hacer el llamado de que la única manera de transformar su realidad es que tome parte activa en la transformación de la sociedad, a que luche por sus intereses inmediatos, como el precio del maíz, pero sobre todo se organice con sus compañeros de clase y de la lucha por el poder político del país, para que una vez en esa posición pueda cambiar el modo de producción capitalista en México, que es el causante de estos y muchos más males que aquejan a la sociedad mexicana. No hay más.  

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