MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Condenamos la cacería humana de Trump

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El antorchismo veracruzano rechaza categóricamente la persecución y la represión que el gobierno de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, ha emprendido en contra de millones de mexicanos residentes en ese país. Por este medio hacemos un llamado a todos los mexicanos a solidarizarse con los trabajadores migrantes que están siendo detenidos y deportados por el solo hecho de necesitar un trabajo.

Llamamos también al pueblo de México a condenar la brutal actitud del gobierno norteamericano, a exigir un alto a las redadas y a la violencia en contra de nuestros connacionales que, obligados por la necesidad, se fueron a trabajar a ese país y que, con su trabajo, han enriquecido a los grandes empresarios norteamericanos.

Miles de trabajadores estadounidenses, los hijos, nietos y familiares legales de los migrantes indocumentados, han inundado las calles de las principales ciudades estadounidenses en un abierto desafío al régimen antidemocrático y falsamente libertario de los Estados Unidos.

Nuestra solidaridad también con los familiares que viven en México de los más de 14 millones de migrantes que viven en Estados Unidos, pues hoy se mantienen en constante preocupación de que algo les suceda a sus familiares y, en particular, que ya no les lleguen las remesas con las que sostienen sus hogares.

La nueva cacería ordenada por Trump inició el viernes 6 de junio en el área metropolitana del condado de Los Ángeles, California, una de las zonas con mayor población migrante dentro de los Estados Unidos. 

Por la tarde de ese día, enormes caravanas de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, del Departamento de Seguridad Interior, así como personal armado del FBI y la DEA, irrumpieron en comercios, obras en construcción, restaurantes y otros establecimientos de Los Ángeles para detener, sin orden de aprehensión ni juicio previo, a cientos de personas que se encontraban laborando pacíficamente.

Esta acción provocó una reacción inmediata de cientos de defensores de derechos humanos, familiares de las víctimas de la represión y de ciudadanos estadounidenses que saben que Trump miente al tratar a los migrantes como delincuentes peligrosos.

La noche del viernes y la madrugada del sábado 7 de junio, las protestas en Los Ángeles eran masivas y la administración Trump respondió con más actos represivos; varias manifestaciones y mítines pacíficos fueron dispersados con gas lacrimógeno y granadas aturdidoras lanzadas por la policía en contra de personas desarmadas.

Con la intención de deslegitimar estas movilizaciones, el trumpismo echó mano de su poderoso aparato de propaganda mediática, a través de canales de televisión y las redes sociales, difundiendo imágenes distorsionadas de la movilización con personas encapuchadas ondeando la bandera mexicana, con escenas de violencia a sus espaldas, con la intención de crear un sentimiento antimexicano entre la población norteamericana y de todo el mundo.

Durante toda la semana pasada se incrementaron las protestas por todo Estados Unidos, no solo en defensa de los migrantes sino en contra del régimen racista, represor y guerrerista encabezado por Donald Trump. 

Miles de trabajadores estadounidenses, los hijos, nietos y familiares legales de los migrantes indocumentados, han inundado las calles de las principales ciudades estadounidenses como Dallas, Chicago, Boston, Austin, Nueva Orleans y la propia capital, Washington, en un abierto desafío al régimen antidemocrático y falsamente libertario de los Estados Unidos.

Sin embargo, el gobierno de Trump y la élite de oligarcas que gobiernan tras de él, el llamado “Estado profundo”, no se muestran dispuestos a ceder ante las protestas de los trabajadores estadounidenses y sus hijos.

El sábado 14 de junio, el presidente Trump organizó un improvisado desfile militar en Washington para hacer alarde de su brazo militar y tratar de intimidar a los disidentes y lanzar un mensaje de fuerza a todo el mundo.

El desfile militar coincidió con el día del cumpleaños de Trump, lo que provocó un repudio generalizado entre diversos sectores de la sociedad estadounidense y tuvo como consecuencia directa que arreciaran las protestas por todo el país.

Desde el domingo 15 de junio se han movilizado ciudadanos de forma pacífica en más de 2 mil ciudades de ese país, unidos con la consigna de “No queremos rey”, en rechazo a las políticas dictatoriales y tiránicas de Trump y la cúpula de multimillonarios que gobiernan Estados Unidos.

En respuesta al creciente descontento contra su gobierno, Donald Trump ha lanzado amenazas directas en contra de su población, en un lenguaje totalmente agresivo. Se está llamando a las fuerzas policiacas y militares a “realizar redadas para capturar a millones de millones de inmigrantes, poniendo en práctica el mayor programa de deportación masiva de la historia”.

La persecución y las deportaciones de migrantes siempre han sido parte de las políticas antinmigrantes de los gobiernos estadounidenses, sin importar si son demócratas o republicanos los que gobiernan. Sin embargo, en esta ocasión se acompañan de una agresiva retórica del propio presidente y del uso de la fuerza militar.

Estas acciones nos permiten ver con mayor claridad el carácter inhumano del imperialismo estadounidense; cómo este sistema de dominación económica y política va quitándose la máscara, va renunciando a su falso discurso de ser la tierra de las libertades y del progreso humano, con el que ha engañado durante mucho tiempo a millones de seres y los ha llevado a buscar el “sueño americano”, a arriesgar la vida en el intento de cruzar la frontera, a separarse de su familia y a trabajar como esclavos al servicio de los gringos. El imperialismo, pues, muestra su verdadero rostro.

A los obreros y a todos los trabajadores mexicanos debe quedarles claro que el verdadero problema que nos agobia a todos es el modelo económico capitalista imperante hoy, una sociedad en la cual unos cuantos individuos se han adueñado de los medios de producción y de cambio, lo que a su vez les permite acumular y concentrar la riqueza nacional solo en su beneficio, dejando a la inmensa mayoría de la población en la pobreza; que los dueños del capital están utilizando la ciencia para fabricar máquinas modernas que desplazan mano de obra y generan desempleo.

Que el desempleo es un fenómeno inherente al modo de producción capitalista y, mientras éste exista, se irá incrementando cada vez más con los subsecuentes efectos en millones y millones de familias, no solo de México, sino del planeta entero.

La solución está en la construcción de otro modelo económico distinto, en el que la riqueza se distribuya de forma más equitativa y en el que las clases trabajadoras tengan una verdadera injerencia.

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