Ningún mexicano olvida que la principal bandera en la campaña política de Andrés Manuel López Obrador fue eliminar la corrupción en México; promesa que se mantuvo como uno de los pilares de su proyecto político y su administración, buscando transformar al país a través de la erradicación de prácticas corruptas.
De 100 puntos posibles que mide Transparencia Internacional, México obtuvo sólo 26 en 2024, y en una medición del 1 al 10, la calificación empeoró al pasar de 3.3 a 2.5.
“Vamos a acabar con la corrupción como se barren las escaleras… de arriba hacia abajo”, gritaba voz en cuello en cada uno de sus eventos de campaña política. Y daba sus razones, muchas de ellas válidas y certeras.
Sin embargo, el pasado 17 de febrero de 2025, Transparencia Internacional, institución de origen alemán que mide los niveles de corrupción con los mismos parámetros cada año, y Transparencia Mexicana, instrumento que registra la opinión de especialistas en análisis de riesgo financiero sobre la corrupción en cada uno de 180 países evaluados, dicen lo contrario.
En la evaluación correspondiente a 2024, la conclusión de este organismo es contundente sobre el tema de la corrupción. Ahora México ocupa el lugar 140 de 180 países evaluados. Perdió 37 lugares en el índice nacional de corrupción; a nivel mundial, le competimos a Nigeria y Nicaragua.
De 100 puntos posibles que mide Transparencia Internacional, México obtuvo sólo 26. En una medición del 1 al 10, la calificación empeoró al pasar de 3.3 a 2.5. Ese es el país de corrupción que entregó López Obrador: incrementó la corrupción durante su gobierno.
Como dato adicional y poco alentador, entre las economías que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México se ubica en el último lugar del grupo: es el lugar 38 de 38 países evaluados. Y en el G20, que incluye a diecinueve países más la Unión Europea, México se encuentra en la penúltima posición, sólo por encima de Rusia.
Destacan, entre los muchos ejemplos que han estado saliendo a la luz pública tras varias denuncias y observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) —y reconocido por la Cámara de Diputados, de mayoría morenista—, la desaparición de más de 15 mil millones de pesos de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), dependencia que ya desaparecieron, como si con eso fueran a desaparecer el delito cometido por su exdirector Ignacio Ovalle.
Un ejemplo más es el gran negocio del huachicol, motivo por el cual, según el ahora expresidente, todas las gasolineras del país permanecieron cerradas durante más de quince días al inicio de su gobierno.
Se insistió que durante el gobierno de Peña Nieto había robo de gasolinas en garrafas y toneles, pero ahora ha quedado al descubierto que en el santificado gobierno de la 4T, el huachicol se maneja por millones de litros, en cientos de pipas de doble remolque, es almacenado en contenedores en grandes parques de Tamaulipas, Coahuila, Tabasco y Veracruz, con refinerías propias, y es transportado en buques a otros países, todo sin que el gobierno se haya enterado. ¿Es esto posible?
Y sólo como un ejemplo más, lo que faltaba: el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusa a los bancos Intercam, CIBanco y Vector Casa de Bolsa —este último, propiedad nada más y nada menos que del empresario Alfonso Romo, consejero cercano y exjefe de la Oficina de la Presidencia de la República de López Obrador— de facilitar operaciones de lavado de dinero ilícito de los más importantes grupos del narcotráfico: los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Cártel del Golfo y Beltrán Leyva.
Aunque la Secretaría de Hacienda y la presidenta Claudia Sheinbaum niegan tener información sobre irregularidades en esa y las otras dos instituciones financieras sancionadas, documentos obtenidos por el organismo no gubernamental Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) demuestran que la Unidad de Inteligencia Financiera conocía al menos desde agosto de 2024 transacciones por más de 40 millones de dólares a través de Vector, que involucraban a García Luna, tal como lo informaron las autoridades estadounidenses.
Con sólo estos ejemplos, no hay duda de que López Obrador y Claudia Sheinbaum engañaron a los mexicanos, que están llevando al país al desastre y que se hace cada vez más necesario que el verdadero pueblo, educado y organizado, lo rescate de estos embaucadores, chantajistas y sinvergüenzas, y tome el poder en sus manos.
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