MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Cien días, seis años

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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cumplió cien días de gobierno. La tradición marca que, llegada esta fecha, todos los gobernantes –presidentes municipales, gobernadores y presidentes de la república- rinden un informe de cómo ha sido el desempeño de su gobierno en ese lapso. López Obrador hizo lo propio el pasado 11 de marzo. En un resumido informe, el titular del ejecutivo ofreció la imagen de un mandatario seguro del rumbo que le está dando al país; no solo está cierto de a dónde vamos, sino de la velocidad con la que debemos movernos: en los primeros cien días, dijo el Presidente, ya se cumplieron 62 de los 100 compromisos hechos el 01 de diciembre. Seguramente él sabe bien a dónde quiere llevar a México; para mí no está muy claro. No sabemos cuál será el punto a donde nos llevará Andrés Manuel; por lo pronto, en estos primeros cien días, ya quedaron establecidas las características que tendrá su gobierno. Veamos algunas.

La primera es el autoritarismo. El nuevo sexenio se ha caracterizado por concentrar el poder –todavía más- en el titular del ejecutivo. Esto se ha visto prácticamente en todas las acciones de gobierno, desde la "eliminación" de imaginarias organizaciones intermediarias, hasta la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, pasando por el reacomodo institucional de los hilos del poder para lograr una manipulación casi personal, como es el caso de los superdelegados. Quizá el episodio más reciente de este autoritarismo centralista sea el abucheo orquestado contra los gobernadores no morenistas, a fin de humillar a los mandatarios estatales ante el Presidente de la República. Es el autoritarismo de un presidente que se sabe muy poderoso, y ejerce ese poder.

Otra característica de la actual administración es la permanente campaña electoral. Es posible que los apoyos "directos" que AMLO entregará a la gente estén inspirados en un genuino sentimiento de justicia social, pero la compleja ingeniería institucional ideada para repartir estos recursos a más de 20 millones de mexicanos, tiene una clara intención electoral. No se trata solo de hacer que los candidatos de Morena ganen los comicios de 2021, sino de hacer ganar al propio López Obrador, quien dice que se someterá a la revocación de mandato al cabo de tres años. La relación directa entre la persona del Presidente y cada beneficiado, tiene el objetivo de mantener en la mente de millones de mexicanos las "bondades" del partido en el poder. Es un gobierno todo el tiempo en campaña electoral.

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Un rasgo más del gobierno lopezobradorista es su intento por armonizar los intereses de ricos y pobres. Nadie ignora que el principal apoyo para que se convirtiera en Presidente, le fue dado a Andrés Manuel por parte de los más marginados de nuestra sociedad. Y es que su discurso de campaña, durante casi dos décadas, siempre tuvo en el centro la idea de que había que reducir la escandalosa pobreza que vive el pueblo de México. La frase "primero los pobres", habla del grado en el que AMLO se comprometió con el electorado más humilde. Su llegada a la Presidencia ha sido vista, en efecto, como una esperanza por un importante sector empobrecido de los mexicanos. Lo cierto es que, ya en el gobierno, el mandatario ha tenido que negociar con los grandes millonarios de México y el mundo. Por un lado, existe la promesa de reducir la pobreza, pero por el otro, busca mantener tranquilos y contentos a los grandes ricos. Lo que se ha visto es el esfuerzo gubernamental por mantener un frágil equilibrio entre los intereses contrarios de estas dos fuerzas sociales. En aras de mantener la estabilidad, no logra avances importantes ni para unos ni para otros.

Como cuarta característica puede enlistarse la velocidad con la que se toman las decisiones para "hacer historia". Andrés Manuel ni siquiera se esperó a que tomara posesión del cargo ganado en las urnas para empezar a gobernar. Se pueden tener distintas evaluaciones del gobierno de la 4T, pero nadie puede negar que el ritmo que le ha impregnado AMLO a su administración es un sello que lo distingue de otros gobiernos del pasado. Pareciera que el Presidente tiene mucha prisa por cambiar las cosas. Mucha prisa por acabar con la corrupción, por terminar el huachicol, por entregar los apoyos "directos", por construir el Tren Maya, etc. Las soluciones rápidas a problemas muy complejos, muchas veces puede acarrear graves consecuencias; una de ellas es la aplicación de medidas improvisadas, como ocurrió en Tlahuelilpan.

La última característica que enunciaré aquí es la cruzada contra las organizaciones populares. En sus conferencias matutinas, así como en los foros que pisa en todos los estados del país, AMLO se ha pronunciado repetidamente contra "todo lo que huela a sociedad civil", por un lado, y por el otro ha lanzado ataques directos a ciertas organizaciones, de las que da nombre y apellido. La que más ha sufrido las embestidas presidenciales, sin duda, es Antorcha. ¿Por qué? Las explicaciones son varias, sin embargo por el momento no vienen a cuento. El hecho es que Andrés Manuel ya eligió que uno de sus enemigos a vencer son todas las organizaciones populares, y entre ellas su blanco principal es la organización más grande y más fuerte: el Movimiento Antorchista.

En resumen, los cien días transcurridos esbozan las características de los seis años restantes. Tendremos un gobierno fuertemente autoritario, en permanente campaña electoral, "armonizador" de los intereses de ricos y pobres, con mucha prisa por hacer los cambios "necesarios", y abiertamente enemigo de las organizaciones populares. No sabemos bien a dónde llevará López Obrador a México, pero ya sabemos con certeza cómo gobernará al país durante los próximos seis años. Cuidado.

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