MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Chimalhuacán, pueblo de lucha y progreso, forjado con organización

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En tan sólo 21 años (del año 2000 al 2021), un pueblo de origen indígena cambió radicalmente su imagen: con calles pavimentadas dejó atrás sus calles llenas de charcos, lodo y animales muertos; les llegó agua potable a sus casas, tuvieron drenaje, electricidad que terminó con la marginación que vivieron durante siglos, misma que los obligaba a vivir en la penumbra dado que, por las tardes-noches, prácticamente los miembros de una familia no podían verse al interior de sus precarias viviendas debido a la baja intensidad que la corriente eléctrica improvisada les ofrecía. 

En Chimalhuacán, al igual que en toda empresa exitosa, se aplicó al 100 % el refrán: “Al ojo del amo engorda el caballo”: los alcaldes antorchistas siempre estaban al pendiente de que las obras se realizaran en los tiempos establecidos y que los trabajos estuvieran hechos con calidad.

Para curarse de alguna enfermedad, por sencilla que fuera, la población consultaba a médicos de otros municipios. Las instituciones educativas apenas ofrecían los niveles de primaria y secundaria y, para cursar la preparatoria o la universidad, tenían que salir a otros municipios o al Distrito Federal.

Antes de llegar a vivir al municipio de Chimalhuacán, Estado de México, residí en el vecino y hermoso estado de Querétaro: varias veces visité el municipio de Jalpan de Serra, ubicado en la Sierra Gorda. Además de sorprenderme con su belleza natural, las numerosas cascadas que uno encuentra en el camino y la magia de un pueblo con encanto, ahí también me llevé una sorpresa mayúscula cuando visité un poblado asentado a orillas de un río —lamentablemente no recuerdo el nombre—, pero que en ese año cumplía 30 años sin servicios urbanos; la gente habitaba en cuartos de madera, en los que convivían niños, jóvenes, adultos, ancianos y animales de granja.

La frágil y lamentable situación que vi en esa comunidad campesina de Jalpan de Serra, en junio de 2010, pude contrastarla con la radical transformación que en el mes de agosto, de ese mismo año, vi en Chimalhuacán: a tan sólo diez años de que el pueblo decidiera darle su confianza a un político de nuevo tipo emanado del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román Bojórquez –a quien sucedieron Miguel Ángel Casique Pérez, Marco Antonio Lázaro Cano, Telésforo García Carreón y Rosalba Pineda Ramírez (todos militantes del Movimiento Antorchista Nacional)–, esta entidad ya mostraba una buena parte del cambio que experimentó hasta el año 2021: ya existía un municipio limpio y moderno, con una avenida principal de entrada y salida; servicios urbanos en el 90 % de los hogares; centros de desarrollo comunitario instalados a lo largo y ancho del territorio municipal, que brindaban servicios médicos de calidad y a bajo costo a toda la población sin distinción alguna; un centro de rehabilitación con terapia física, llamado Centro de Rehabilitación e Integración Social (CRIS), para vecinos con discapacidad o lesiones por accidentes, donde las terapias costaban sólo 20 pesos, mientras en otros lugares les cobraban hasta 250. Me encontré con espacios recreativos y canchas deportivas rehabilitados para el disfrute de chicos y grandes.

Con ayuda de los ayuntamientos del Nuevo Chimalhuacán, las organizaciones sociales progresistas fundaron escuelas en todos los barrios y colonias de la entidad, con el objetivo de que todos los niños y jóvenes tuvieran instrucción educativa cercana a sus casas. Al año 2021, los jóvenes ya tenían la oportunidad de elegir la carrera universitaria que más les gustara, incluidas medicina, derecho, periodismo, ingenierías de todo tipo y terapia física, entre otras.

En fin, todas las obras públicas fueron gestionadas y logradas por los alcaldes emanados del Proyecto Nuevo Chimalhuacán (PNCH): su visión y decisión para obtener recursos económicos fueron fundamentales en la transformación del municipio.

El trabajo que toda la infraestructura construida requirió de profesionistas y trabajadores que, con su inteligencia y esfuerzo físico, las llevaran a cabo para beneficio de todos. Claro, como en todo, hubo quienes no trabajaron con espíritu colectivo y utilizaron el poder para su beneficio personal, como sucede actualmente con los políticos y funcionarios de Morena locales y nacionales.

Fue duro, pero también inteligente y enfocado, el trabajo desplegado por los miles de empleados de los ayuntamientos del Nuevo Chimalhuacán: todos los días del año entraban a trabajar a las nueve de la mañana, pero nunca sabían a qué hora saldrían, pues así lo requerían los grandes proyectos que en ese momento el alcalde en turno impulsaba para mejorar la vida de un pueblo que, a partir del año 2000, fue reivindicado por los antorchistas que gobernaron el municipio por 21 años.

En Chimalhuacán, al igual que en toda empresa exitosa, se aplicó al 100 % el refrán: “Al ojo del amo engorda el caballo”: los alcaldes antorchistas siempre estaban al pendiente de que las obras se realizaran en los tiempos establecidos y que los trabajos estuvieran hechos con calidad.

Los recorridos in situ de los presidentes municipales eran cosa ordinaria, incluso por las noches: el biólogo Tolentino, o cualquier otro alcalde, salía a revisar el alumbrado público para que la ciudadanía se sintiera segura en espacios iluminados —no como sucede hoy en día, en que la gente vive con miedo—, y en esos recorridos lo acompañaban funcionarios de todas las áreas porque sabían que la gente se les acercaría y plantearía problemas que habría que solucionar.

Los 32 pozos de agua construidos por los ayuntamientos antorchistas también fueron objeto de supervisión por parte de los alcaldes a fin de que a la gente no le faltara el agua y a la fecha no le falta porque Chimalhuacán no depende del sistema Cutzamala, lo que es una gran ventaja, pues cuando este sufre averías, los habitantes de otros municipios mexiquenses y de la Ciudad de México se quedan sin el vital líquido hasta quince días o un mes.

Los centros de desarrollo comunitario también eran supervisados para que brindaran servicios con eficiencia y calidad.

Cierto que no todos los funcionarios y empleados de los ayuntamientos comprendían ni estaban dispuestos a trabajar al ritmo de los políticos de nuevo tipo que verdaderamente servían a la gente que los eligió, pero a pesar de eso el ayuntamiento trabajaba y daba resultados.

Los ayuntamientos también sabían reaccionar prontamente ante situaciones adversas: el 15 de junio de 2010 una explosión subterránea de gas metano afectó a 400 casas de las colonias Tlatel Xochitenco 1 y 2; el alcalde Jesús Tolentino Román Bojórquez inmediatamente se hizo presente, reinstaló a todos los afectados, les brindó techo y alimentos y, luego de gestionar ante el gobierno del Estado de México los recursos económicos suficientes, construyó 400 pies de casa (habitación, sala-comedor, cocina y baño) y se las entregó a los afectados, quienes así se hicieron de un techo seguro. Esto era trabajar para beneficio del pueblo y no palabrerías como las tantas que echa Morena.

Hoy, luego de casi cuatro años en que los chimalhuacanos fueron adormecidos por los cantos del discurso morenista, el municipio está sucio, frecuentemente falta el agua en las casas, la gente vive con miedo por el incremento de la delincuencia; los centros de desarrollo comunitario ya no brindan servicios de salud y varios han sido cerrados; además, los espacios recreativos y deportivos están descuidados, etcétera.

El próximo 18 de agosto se cumplen 25 años de la tragedia del asesinato de diez luchadores sociales inocentes que sólo querían construir un Chimalhuacán digno y mejor para sus familias. Hoy, a 25 años de ese violento y doloroso acontecimiento, y por la falta de trabajo de la alcaldesa morenista Xóchitl Flores y sus empleados, el municipio está involucionando. Es hora de que los chimalhuacanos buenos vuelvan a unirse y a organizarse para acabar con el ayuntamiento que no trabaja y que este municipio vuelva a brillar gracias al esfuerzo de todos.

Todos estamos invitados al evento de conmemoración de los 25 años de los mártires de Chimalhuacán, el cual se realizará el domingo 24 de agosto en la Plaza de los Mártires, colonia Luis Donaldo Colosio. Festejemos los éxitos de un pueblo organizado que, con inteligencia, lucha y trabajo, logró el progreso.

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