Quizás uno de los aspectos que más evidencian el desarrollo de una sociedad es el progreso tecnológico, y de éste, el rasgo más accesible al común de la población es el avance en el terreno de las telecomunicaciones; la razón no es difícil de adivinar, si hablamos de una economía que tiene como tarea vital el intercambio: el capitalismo y no el autoconsumo. Este modo de producción llevó a sus últimas consecuencias la negación del aislamiento del periodo feudal, en primer término el transporte de las mercancías de las grandes urbes a cualquier rincón del planeta y en segundo lugar, y como consecuencia de ello, la masificación de la comunicación hablada, escrita, por imágenes y en tiempo real. Esto permitió la difusión efectiva de mensajes a millones de seres humanos en cuestión de segundos, para hacerlo más efectivo su anzuelo fue desde siempre el entretenimiento. Esta explicación, desde mi punto de vista, rompe con la creencia de que la producción televisiva, el cine, la música, etc., en su inmensa mayoría, no son fomentados por el anhelo artístico o por fines éticos, sino por el llano cálculo egoísta de las ganancias económicas, nada más. Si las ganancias son lo prioritario se hará lo inimaginable porque suceda la venta; esto da razón, parcialmente, de porqué los espectáculos y las pseudo-expresiones artísticas tienden a la agonía o a la banalidad. En este sentido, la labor informativa de los medios electrónicos y de la prensa escrita se suscriben a tal dinámica mercadotécnica, no son ninguna excepción.

Bajo esta óptica, las líneas editoriales de los principales diarios no obedecen a principios éticos o no son, por lo menos, su razón principal de existencia. Sus formas de interpretar las noticias no son más que una presentación para vender sus productos; como cualquier otra empresa que busca acomodarse en el mercado, los medios impresos, junto con sus formatos digitales, venden a sus lectores (consumidores) una oferta que les haga posible la compra. Antes que todo, hay que referirse a las ventas garantizadas por la publicidad: no es casual que periódicos de la talla de el Reforma o El Universal le hayan apostado por tener versiones populares (por decir lo menos despectivo) donde la nota roja y el sexismo les permita acceder a miles de consumidores en las grandes urbes del país. Pero las ganancias no se restringen a esto, pues para nadie es un secreto que las notas pagadas o las inserciones subsidiadas representan ingresos jugosos, quizá los más representativos; de tal modo, que el que tiene los recursos necesarios (el gobierno federal, por ejemplo) puede difundir una calumnia o linchar mediáticamente a sus enemigos hasta aniquilarlos, estas campañas se traducen en temporadas de buenos negocios para las firmas editoriales.

Esto, desgraciadamente, no parece una sorpresa para alguien que ha seguido de cerca la política de nuestro país; ya se ha vuelto casi una declaración irrefutable decir que "todos los medios de comunicación no dicen la verdad". Bajo este argumento se ha abierto un nuevo mercado: aquellos que no quieren ser engañados, que buscan nuevos enfoques críticos de la información, incluso para que luchen contra la opresión ideológica, la injusticia, etc. éstas son las razones que explican, según ellos mismos, la existencia de la llamada prensa de izquierda: Proceso, La jornada, el portal digital Sin embargo, entre otros. Pero por sus resultados periodísticos, su línea editorial no es un compromiso con lo dicho, sino, como se dijo más arriba, sólo es una manera de obtener ganancias bajo la estafa de un periodismo de aires críticos. No se explica de otro modo, la saña de estos diarios contra el Movimiento Antorchista Nacional.

Es esperable que la labor a favor de la justicia social despierte encono por parte de los sectores sociales más conservadores de México, de ellos no se puede esperar paz, pero recibir ataques mediáticos del supuesto sector progresista del país resulta abominable; de ser lo que dicen ser, estos medios se ocuparían de comprobar la labor a favor de los pobres del antorchismo nacional, corroborar que, en efecto, se han gestionado miles de servicios urbanos a familias muy pobres, por ejemplo, que 1, 167,975 mexicanos tienen vivienda gracias al MAN, o comprobar si es verdad que 1,510 comunidades a lo largo del país tuvieron acceso a la energía eléctrica por la gestión antorchista o asomarse a los 1,457 pueblos y colonias que tienen agua potable por el mismo Movimiento; todo por la vía legal y sin tener acceso al poder político, porque de las administraciones antorchistas los resultados son tan contundentes que exceden este espacio para enumerarlos. Sin mencionar a detalle la labor constante de educación artística en las masas: la realización anual de cientos eventos culturales en todos los estados del país y su coronación en las justas nacionales: las Espartaqueadas, que son también deportivas.

De ello, los medios guardan profundo silencio, el mismo que hicieron cuando se realizó la denuncia de la desaparición forzada de Don Manuel Serrano Vallejo y su posterior asesinato; ni una sola palabra por parte de estos defensores de la justicia desde la pluma. Y, en cambio, sí calumnias, acusaciones, descalificaciones que buscan alimentar el prejuicio en contra del MAN; y porque, cuando rechazan las invitaciones para comprobar o sustentar las conclusiones de sus "investigaciones" encontramos una negativa, por la vía de la omisión. ¿En dónde se halla su compromiso ético con la verdad, en caso de existir? Su respuesta confirma lo arriba expuesto: hay pagos cuantiosos detrás de esos ataques; presentándose así como el peor atentado contra el periodismo realmente crítico y frenando una opción verdadera en contra las injusticias que dicen denunciar. ¿Será que existe derecha que se disfraza de izquierda? Y si no, ¿Izquierda lacayuna que estorba a la labor auténtica en contra de la injusticia?