En varios municipios de Sonora, el único futuro seguro para los que menos tienen es nacer, vivir y morir con carencias sociales, con falta de servicios básicos, rodeados de un entorno social gris, sobrevivir sin salud, educación, alimentación de calidad, sin acceso a la cultura, ni al deporte, rodeados de inseguridad, etc., como si fuera una maldición a la que ningún desprotegido podrá escapar por el resto de su vida; sin embargo, hay quien piensa que esta condición ni los debe sorprender ni ocupar, sino aceptarla sumisamente, porque de lo contrario, todo intento de gestión colectiva para demandar obras de tipo social o de servicios, para salir de esta condición humillante y vergonzosa en la que viven, será objeto de dura crítica, menosprecio, indiferencia y molestia por los funcionarios municipales, como es el caso que ahora nos ocupa, de Empalme, Caborca y Huatabampo.
Estos funcionarios han dado a entender en múltiples ocasiones que los peticionarios somos unos insensibles, no comprensivos, pues, sabedores de que los municipios no tienen recursos, nos ponemos a pedir muchas obras y servicios muy costosos, pareciendo que el pueblo es un abusivo e intransigente. ¿Qué quieren ustedes, gobiernos de transformación de cuarta? ¿Quieren que el pueblo, indulgente, les construya un monumento a la entrada de su municipio por ser víctimas de esta desgracia financiera, pero que siga sumergido en el abandono, se arrepienta de pedir tanto, se autoflagele, pero no exija agua potable, drenaje, electricidad, servicios de salud, infraestructura educativa, etc., porque ustedes, gobiernos, "no tienen dinero", aunque México está entre los 14 mayores productores de riqueza del mundo? No, señores funcionarios, ustedes ya sabían en qué condiciones encontrarían las arcas municipales, pero también sabían el sinnúmero de peticiones sociales que recibirían cuando estuvieran en el poder, resultado del mundo de necesidades en las que está sumergido el pueblo humilde, necesidades que ustedes conocían y que las supieron vender muy bien cuando andaban en campaña y que la gente les creyó; resultado de ello: llegaron al poder. Entonces, si no son de los mismos gobernantes de antes que tanto criticaron, ¿por qué repiten los mismos actos, tratos, comportamientos vergonzosos y hasta peores que los anteriores, ignorando al pueblo y no atendiendo sus peticiones y demandas? Señores, cuando el pueblo solicita algún servicio, grande o pequeño, costoso o no, solo o en grupo, nunca se le debe decir "no hay", "no se puede", "no es prioridad", "estamos trabajando, no nos presionen". Vergonzosamente, el pueblo se ha encontrado en Caborca, Empalme y Huatabampo con grupos de funcionarios insensibles, incompetentes, queriendo presentarse como algo diferente, pero con los mismos métodos maniobreros, sucios y corruptos que antes. Sacamos una conclusión: son los mismos de antes, sólo que con una máscara de otro color partidista.
Aquí se demuestra que al pueblo no le debe bastar con cambiar de partido político en el poder y, por ende, cambiar gobernantes cada tres o seis años -o crear nuevos partidos con el mismo cascajo- si detrás de ellos sigue intacta la clase adinerada que desde hace décadas ha gobernado este país. No basta. Antorcha afirma que la misma causa que parió a esa elitista clase, parió también los males sociales que hoy nos laceran y que sólo acabando con los privilegios de ese sector poderoso minoritario, se podrá crear una nueva sociedad, por eso urge acabar con el modelo económico neoliberal y crear uno nuevo, más justo, más equitativo, más distributivo y más humano.
La desigualdad social está presente en todos lados, es el mal económico que urge resolver a la brevedad, porque mientras las leyes sigan permitiendo que aumente el abismo entre los que tienen más recursos y los que disponen de menos, seguirán presentándose los males sociales como consecuencia de esa pobreza en la que vive una gran mayoría de mexicanos. Por tanto, es un reto de los actuales gobiernos locales o federales acortar esta gran brecha, pero negarle al pueblo atención y solución a sus demandas, por el contrario, agudiza el problema. Las autoridades no pueden negar la realidad porque se convierte en un juego peligroso, se juega con el hartazgo y la paciencia de un pueblo, y eso se está haciendo en los tres municipios mencionados..
Por eso, ejerciendo el derecho de la petición y de libre organización, nunca renunciaremos a este legítimo ejercicio en cada municipio o comisaría donde tengamos compañeros a quienes falte algún servicio o necesiten algún apoyo social; mientras haya pobreza seguiremos asistiendo sus oficinas a pedir atención y solución, cada vez con mayor número de vecinos, más exigentes y más conscientes de que el pueblo no debe creer más que en su propia fuerza. Las personalidades, por altos que sean los cargos públicos que ocupen o por muy intelectuales que sean, no son los que hacen y determinan lo fundamental de la historia ni cambiarán el destino de los pueblos oprimidos, el gran cambio que espera el pueblo solo será obra del mismo pueblo, pero debe estar organizado, educado y consciente; hay que continuar forjándose como una fuerza social capaz de acabar con ese gigante que es la pobreza, producto del modelo económico rapaz en el que vivimos.
Si cada cerrazón, cada negativa, cada portazo a nuestras peticiones por las autoridades de Caborca, Empalme y Huatabampo, nos deja la enseñanza y aprendemos no volver a creer en promesas ilusorias de campaña y a conocer mejor a los candidatos cuando andan en proselitismo, prometiendo fórmulas mágicas para acabar con las necesidades del pueblo y llevarlo por la senda del progreso, entonces habremos aprendido la más grande lección que nos llevará a otro nivel de hacer política: del pueblo para el pueblo. Por ahora, el antorchismo sonorense exige atención y solución a las demandas de nuestros compañeros en los tres municipios mencionados. Emprenderemos una campaña de denuncia por todo el estado si es necesario. ¡Despiertos!, pronto vendrán los falsos redentores de la política a prometernos el paraíso terrenal.
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