MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Acerca del lobo con piel de oveja

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Solucionar problemas de distinta índole, y aún más complejo, solucionar problemas ajenos, resulta casi imposible para la masa de trabajadores que dedica toda su vida a crear la riqueza existente de la sociedad en la que vivimos, la sociedad capitalista, gastando fuerza humana de trabajo –gasto productivo de cerebro humano, de músculo, de nervios, de brazo, etcétera–. Si a esto le sumamos que el salario que se le paga al trabajador es exclusivamente para mantenerlo con vida, aunque desnutrido, enfermo, ignorante, sumiso, pero al fin y al cabo, con vida, para que pueda regresar al día siguiente al trabajo. Y, por si fuera poco, el avasallador caudal de información que a diario recibe de los medios de comunicación, capaces de anquilosar el cerebro, de embrutecerlo hasta el grado de aceptar como eterna la injusta distribución de la riqueza, sin la posibilidad de que un día mejore su situación, convirtiéndolo en inerme creatura merecedora de su infausto hado, o fundamentando un cambio radical de su situación económica, política y social, pendiendo sus esperanzas en que algún día un golpe de suerte o astucia personal lo colocará del otro lado de la moneda, como miembro honorífico de la burguesía nacional, y por qué no –dicen los ideólogos del capitalismo–, de la burguesía internacional.

Estos aspectos han limitado la participación de la clase trabajadora en la lucha por mejorar sus condiciones de vida materiales y espirituales, reduciendo la lucha por la emancipación del trabajo sobre el dominio del capital a la lucha sindicalista, que históricamente ha demostrado su importancia pero también sus limitaciones, porque la clase dominante y sus representantes en el gobierno –por necesidad y no por ablandamiento del corazón– están dispuestos a hacer concesiones económicas, ganándose así la confianza de las masas empobrecidas y convirtiendo a los líderes sindicales en especialistas negociadores de la venta de la fuerza de trabajo, dejando la lucha por el poder político relegada en el baúl de los recuerdos. "La socialdemocracia dirige la lucha de la clase obrera no sólo para obtener condiciones ventajosas de venta de la fuerza de trabajo, sino para que sea destruido el régimen social que obliga a los desposeídos a venderse a los ricos". (Véase V.I. Lenin Obras Escogidas en tres tomos, Ed. Progreso, t. 1, pág. 164)

En México, la promesa de un "cambio verdadero", con la bandera de combate a la corrupción por delante, fue difundida por cielo, mar y tierra, calando hasta la médula de los pobres, que exasperados, propugnaron por mejores condiciones de vida y reconocimiento a sus derechos plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y llegó el cambio de partido en el poder, nada nuevo, porque el Partido Acción Nacional logró primero tamaña hazaña, le arrebató al Partido Revolucionario Institucional –con menos votos, aclaro: Vicente Fox Quesada en el año 2000 por medio de la Alianza por el Cambio, conformada por el PAN y el Verde Ecologista con 15,989,636 votos y Felipe Calderón Hinojosa en el año 2006, el PAN en aquella ocasión sin alianzas, obteniendo 15,000,284 sufragios–. Tras la anhelada alternancia, vino la decepción, permitiendo el regreso del PRI en 2012 de la mano del Lic. Enrique Peña Nieto, favorecido con 19,158,592 votos. En las pasadas elecciones federales de 2018, PT-MORENA-PES obtuvieron un contundente triunfo que alcanzó 30,113,483 votos; sin embargo, se avizora un nuevo desencanto, por la contradicción entre el discurso y el quehacer del político tabasqueño, forma en la que se expresa la contradicción entre los intereses de la clase social a la que representa, la burguesía, y los intereses que dice representar, los de la clase trabajadora.

En los encajes de la fortuna se esconde la desgracia, y así como se manifiesta la temible fuerza de Poseidón durante una hecatombe, las olas del mar impetuoso se encrespan y se baten contra las rocas del acantilado, burbujeando la creciente espuma por entre las filosos bordes pétreos; así sube, como la espuma voluntariosa, la clase trabajadora vilipendiada que se encrespa contra el vejador; pero, finalmente, la espuma decrece y desaparece, las aguas vuelven a su nivel, las rocas se yerguen victoriosas en el horizonte. Así también, la gente pidió un cambio a gritos, colérico antes la pobreza y la injusticia. La burguesía aprovechó la espontaneidad de la clase trabajadora y la alternancia partidaria para sus propósitos; sin embargo, cuando el Lic. Andrés Manuel López Obrador y su partido político, ya no le aseguré a la clase dominante la prolongación del sistema de explotación, serán defenestrados.

Lamentablemente para el pueblo mexicano, López Obrador resultó ser lo que muchos vaticinaban: un representante de los intereses de la burguesía. El discurso de "amor y paz" se ha transformado en un discurso de odio hacia la organización popular, propalando en cada una de sus "giras de agradecimiento" que nadie se debe organizar, que hemos alcanzado la mejor forma de gobierno posible, que ya nadie debe estar inconforme porque ya ganó el pueblo, y que sus problemas serán resueltos de raíz, por medio de depósitos bancarios. El señor presidente electo busca perpetuar la explotación de la clase dominada, utilizó para su beneficio, y para beneficio de la burguesía nacional, y seguramente bajo el auspicio de la burguesía internacional, la espontaneidad del pueblo trabajador en la nada sencilla lucha por su liberación.

¿Por qué tanta saña contra la organización popular y, particularmente, contra el Movimiento Antorchista Nacional, a la que, ora en la Ciudad de México, ora en Hidalgo, se le esgrimen injurias y amenazas? Porque, hoy por hoy, Antorcha es la única organización que representa los intereses de los pobres de este país, que educa y pone en pie de lucha –con conocimiento de causa– a la clase explotada, para liberarla de la terrible situación en la que vive. Recientemente, en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, López Obrador reiteró que no trabajará con organizaciones sociales, que los apoyos se entregarán de manera personalizada y que "nada de que yo soy del Movimiento Emiliano Zapata, del Movimiento Francisco I. Madero o de la Antorcha Mundial". Comenzó más temprano que tarde el divorcio del presidente electo con el pueblo de México. Si la oveja aúlla, hay que cuidarse de sus colmillos.

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