Si la memoria no me falla, opino que al pueblo pobre y trabajador, casi siempre le pasa lo mismo: después de cada proceso electoral, todos los candidatos, ganadores o perdedores nunca más se vuelven a parar por sus calles y viviendas; los primeros culpan al pueblo que los eligió, pues ahora "andan muy ocupados" gobernando o legislando; y los segundos culpan también al pueblo, pero porque no los eligió, porque lo que son, los únicos causantes de su derrota. El pueblo, como dice el refrán popular: "De todos modos Juan te llamas".
Pero afortunadamente ya estamos al final de la campaña electoral de este año. Conforme al calendario oficial, del 28 de junio al 1º de julio, abarca la llamada veda electoral, que según se dice, es un periodo de cuatro días en el que los candidatos no podrán hacer llamados al voto, pues el objetivo es que los ciudadanos reflexionemos el sufragio con base en las propuestas que escuchamos durante las campañas. El Artículo 251, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, dice así: "el día de la jornada electoral y durante los tres días anteriores, no se permitirá la celebración ni la difusión de reuniones o actos públicos de campaña, de propaganda o de proselitismo electorales". Yo dudo mucho que los candidatos dejen de hacer llamados al voto, ni ahora ni el día de la elección, para eso siempre hay mañas, pero cuando menos cesará por ahora, todo el estruendo propagandístico, y el show mediático de las innumerables confrontaciones falsas, que mucho confunden, dividen y enfrentan sin razón, al pueblo cuando se las cree.
Y es de las supuestas confrontaciones de los partidos y sus candidatos, de Colima, de lo que hoy quiero hablar, pues al final, como dije líneas atrás, gane quien gane y pierda quien pierda, el pueblo trabajador siempre será, quien pague los "platos rotos" de cada elección.
En primer lugar, los pobres de Colima no debemos olvidar, que cualquiera que sea el resultado de la elección que viene, federal o local, el actual Gobernador, José Ignacio Peralta Sánchez y sus aliados políticos, seguirán gobernando al estado por tres años más, y dígase lo que se diga, es muy seguro, que utilizarán todo el poder que tienen y cuanto puedan llegar a tener en lo que falta, para ganar y conservar, a como de lugar, la gubernatura del año 2021. Yo acepto como legítimo, que las dirigencias de cualquier fuerza política que así lo quieran, aspiren y actúen - si sienten que tienen los medios -, para pelearles el poder del gobierno a los que lo detentan, pero, ¿por qué incitan al pueblo desde ahora, a enfrentarse al poder del gobierno, en una batalla, que por su situación económica, sabemos que tiene perdida?, ¿qué pasará con el pueblo pobre, después del 1º de julio, cuando pierdan o ganen sus candidatos, y queden enfrentados con los intereses electorales de los que gobiernan el estado? Podrá decirse que los nuevos elegidos en los municipios, darán la cara por el pueblo que los apoyó en las urnas, pero no nos hagamos, la darán, si acaso, como sucede siempre, por sus parientes cercanos, amigos y aliados, de las necesidades del pueblo pobre ni se acordarán. Baste informar aquí, que como dirigente estatal del Movimiento Antorchista Colimense, soy depositario de miles y miles de solicitudes de apoyo, que los cerca de 20 mil colimenses antorchistas de todo el estado - incluidos los municipios donde no gobierna el PRI -, traen por montones en su pliego petitorio cada año, para que los llevemos y reclamemos solución, a las autoridades municipales y del estado.
En segundo lugar, los colimenses tampoco debemos olvidarnos de la historia de la política estatal. Muchos creen - porque así se los han hecho creer algunos políticos -, que si gana López Obrador o Ricardo Anaya, ahora sí las cosas van a cambiar en Colima para siempre. Pues lamento mucho decir que esto no será así. Y si no me creen, tan sólo recordemos qué fue del PAN y los municipios gobernados por ellos, durante los sexenios panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, ¿dónde quedó, en Colima, el progreso que prometieron con el cambio? Y si me obligan tantito diré, que los gobiernos priistas de ese entonces, no sólo no se debilitaron nadita con el cambio de partido en la Presidencia de la República, muy al contrario, su fortaleza política fue aún mayor; y si alguna duda cabe, ¿ya olvidamos los gobiernos casi soberanos, de Silverio Cavazos o Mario Anguiano?, pero además, recordemos también cómo fue, que en un juego de vencidas, Mario Anguiano se enfrentó al Presidente Peña Nieto, tratando de imponer a la fuerza a su candidato a gobernador en la elección del 2015, que por cierto, provocó una elección extraordinaria. Es algo sabido ya, que cuando el CEN priista, pierde la presidencia de la República, disminuye por eso mimos, el control que tiene de decidir posiciones políticas en todos los estados del país; es por esto, que los gobernadores, tienden a concentrar tal poder y control, utilizándolo en su interés y provecho, como un feudo, donde el gobernante en turno, es el amo y señor por excelencia. Por eso conviene aquí advertir esto desde ahora, y tomar las medidas necesarias, cualquiera que sea el resultado, federal o local, del próximo 1º de julio. Y no olvidemos nunca, la célebre frase de Jorge Agustín Nicolás Ruíz de Santayana y Borrás: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla".
Pero yo comencé advirtiendo, conforme a la experiencia de los pobres, de la suerte que le espera al pueblo después del 1º de julio; y quiero terminar con algunas precisiones sobre esto. Si bien es cierto, que los procesos electorales son cada vez más una oportunidad del pueblo para darse el gobierno verdaderamente popular que necesita y le urge, esto solo se puede lograr con una condición fundamental: la organización y educación política del pueblo trabajador. Nada ganamos los pobres, ganar votando, si no estamos dispuestos y listos a defender y reclamar con la ley en la mano, lo prometido en las campañas. Sólo la organización consiente, decidida y valiente de todos los que votamos, antes, pero sobre todo después del día de la elección, es la garantía única que tiene el pueblo, que defiende siempre, la seguridad, los derechos y el bienestar de los que votando pierden, aunque el candidato y su partido siempre ganen. Para cambiar verdaderamente la historia de las naciones y de sus pueblos, hace falta no sólo ganar elecciones, sino defender organizada y valientemente, todo lo ganado en beneficio de todos. Es así, y sólo así, como el pueblo siempre ganará.
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