La historia de los partidos políticos en México es la historia de las élites y del fracaso de la izquierda. Tras la Revolución Mexicana, los grupos ganadores de la guerra se aglutinaron en una sola formación política: se propusieron detener el derramamiento de sangre y dirimir sus problemas bajo un manto institucional; se repartieron el país y aceptaron las nuevas reglas del juego. Así se fundó el PRI: un partido nacido de las élites posrevolucionarias, que se vio obligado a responder en algún grado a las grandes demandas de los trabajadores -como la repartición de la tierra- pero que, en cuanto pudo, abandonó. En los años ochenta, de la mano de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, fue el partido que introdujo en el país el brutal modelo neoliberal.
El PAN surgió en oposición al PRI, pero, otra vez, se trató de un partido formado por las cúpulas. Inconforme con el rumbo "socializante" que el General Lázaro Cárdenas le estaba dando al país, en 1939, un grupo de notables encabezados por Manuel Gómez Morín, creó un partido inspirado en el cristianismo y en sus valores tradicionales; más tarde, a fines de siglo, el PAN dio acogida a los empresarios del norte del país - de donde saldría Vicente Fox- que al poco tiempo lograron apropiarse del partido para darle continuidad al modelo neoliberal. Esperando un cambio verdadero, el pueblo votó en 2000 en contra del decadente PRI y en su lugar entronizó al PAN. Pero falló en su apuesta por transformar las cosas, pues solo cambió al partido de las élites posrevolucionarias por el partido de las élites más conservadoras.
El PRD, un partido agonizante, fue un intento frustrado de ofrecer a los mexicanos un gobierno de las mayorías. En 1989, diferentes grupos de izquierda que habían surgido durante la segunda mitad del siglo XX, se amalgamaron con una fracción del priísmo democrático encabezada por el disidente Cuauhtémoc Cárdenas. En su intento por gobernar el país, el perredismo logró importantes cargos de elección popular y se expandió por toda la República, sin embargo, sus pugnas intestinas y los pobres resultados que ofrecieron sus gobiernos, terminaron por desangrar al PRD hasta colocarlo en la penosa situación actual, al borde de la extinción. De las filas de este partido surgió otra corriente, cuya figura más visible era Andrés Manuel López Obrador, y que en la segunda década del siglo XXI se constituiría en partido político.
Morena se presentó como el partido de los pobres. De la mano de Obrador, el pueblo mexicano haría historia, pues había llegado el momento de realizar la cuarta transformación de la vida nacional. Así, Morena llegó al poder por una abrumadora votación de la ciudadanía, que vio en el nuevo partido la única alternativa para resolver los grandes problemas de las mayorías; aquellos que ignoraron el PRI y el PAN, y que el PRD fue incapaz de atender. Acostumbrado a ser una figura opositora, con un discurso popular que denunciaba los vicios de los partidos tradicionales, y con un liderazgo que supo aglutinar al desesperado pueblo de México, finalmente Andrés Manuel llegó a la silla presidencial. Hoy, mientras su partido experimenta las primeras pugnas intestinas, el tabasqueño se empecina en aplicar a rajatabla las medidas que a su juicio resolverán los grandes problemas nacionales.
Faltan todavía cinco años de gobierno, pero a partir del tiempo transcurrido, puede proyectarse ya el rumbo que Obrador le dará a lo que resta de su gestión. "No crean que tiene mucha ciencia el gobernar. Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar, no es tan apegado a la realidad. La política tiene más que ver con el sentido común", afirmó AMLO el 25 de junio. Así, basado en su sentido común, el presidente ha llegado a la conclusión de que para acabar con la pobreza, basta acabar con la corrupción. Lo ha dicho muchas veces, y lo repitió una vez más el pasado 17 de agosto: "vamos a llevar a cabo la transformación que se requiere para sacar de la pobreza a nuestro pueblo. Tenemos la fórmula, es sencilla. Si me preguntan cuál es el plan de gobierno: acabar con la corrupción", dijo. La tesis ha sido rebatida lógica y empíricamente en numerosas ocasiones, pero para él nada importa, pues el presidente nunca se equivoca.
El pueblo mexicano está urgido de un partido que verdaderamente resuelva los principales problemas nacionales, mismos que en realidad se constriñen a uno solo, al problema fundamental: la pobreza. Al pueblo trabajador le ha tomado muchos años madurar políticamente, pero ese momento se va acercando. Se cansó de un PRI que abandonó las banderas de la Revolución y se volvió un ejemplo de corrupción, se hartó de un PAN que se dedicó a impulsar el modelo neoliberal empobrecedor de las mayorías, y se desilusionó de un PRD incapaz de materializar su discurso de reivindicaciones populares. Ahora el pueblo mexicano le ha dado a Morena la oportunidad de gobernarlo, pero no dudará en darle la espalda si no responde a las demandas esenciales de las grandes mayorías. De seguir las cosas como van, ese momento irremediablemente llegará. Morena se habrá colocado entonces al lado del PRD, como un intento más de la izquierda fracasada en nuestra historia política nacional.
Este 2019 el Movimiento Antorchista ha anunciado públicamente su decisión de transformarse en un partido político. Antorcha se propone lograr lo que ni el PRD ni Morena han logrado: eliminar la pobreza en México. ¿Por qué nosotros decimos que sí podremos lograr lo que ellos no? ¿Qué nos hace diferentes? Nosotros hemos construido una organización popular sólida, guiada por un único objetivo, cuya unidad ha superado la prueba de 45 años en lucha. Aquí no hay las tribus y corrientes que aniquilaron al perredismo, y no porque exista un verticalismo soviético de acero, sino por lo contrario, por la democracia real que se practica en nuestras filas. Contrario a lo que ocurre con el partido en el poder, nuestras propuestas para cambiar al país no son fruto del sentido común de nadie. Nosotros sí creemos que gobernar tiene mucha ciencia, por lo que las medidas que planteamos son el fruto un estudio riguroso de 45 años, producto de nuestro trabajo en las entrañas del pueblo trabajador.
Nuestro movimiento cuenta ya con dos millones de mexicanos convencidos de que el Movimiento Antorchista es la mejor opción para realizar los cambios que necesita el país. Con esta fuerza de masas, nos hemos lanzado ya a crear un partido político que responda a las necesidades más apremiantes del pueblo mexicano, un partido que cuando tome el poder sepa bien qué hacer con él; que sepa bien, con fundamentos científicos, cómo eliminar la pobreza. Pero dos millones no somos suficientes; necesitamos más, muchos más. La madurez política que ha alcanzado el pueblo mexicano, rechaza por igual a los partidos de las élites y a la izquierda incompetente: exige partidos de raigambre popular que estén a la altura de los grandes retos nacionales. Ese partido somos nosotros. Sea nuestro 45 aniversario la gran trompeta que anuncie a todo el pueblo de México la llegada de una nueva opción política. Una opción popular, sólida, bien formada, que llegado el momento sabrá qué hacer para cumplir con su deber. Este 2019, luego de 45 años, estamos preparados para dar la batalla. Ha sonado la hora.
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