Los datos hablan. El 1 de diciembre Reforma publicó los resultados de una encuesta que ha aplicado en tres ocasiones durante el presente año. De acuerdo con el diario, a la pregunta "¿Aprueba o desaprueba la forma como AMLO está haciendo su trabajo?" las respuestas de los encuestados se han modificado sensiblemente. La aprobación bajó diez puntos porcentuales en nueve meses: pasó del 78% en marzo, al 68% en noviembre. La desaprobación del trabajo de Andrés Manuel, al contrario, aumentó del 18% al 31% en el mismo lapso. Más allá de los gritos y sombrerazos con los que el Presidente se festeja a sí mismo en el Zócalo de la Ciudad de México, la realidad es que, a un año de gobierno, la popularidad de López Obrador sufre ya un fuerte desgaste. Y no es difícil explicarlo. Con cada día que pasa, las altas expectativas que el candidato morenista alentó en el pueblo se tornan más decepciones. La economía no crece y la inseguridad aumenta, mientras el gobierno protege evidentes casos de corrupción (Bartlett). En pocas palabras, el país de la 4T no es mejor que el de Peña Nieto o Calderón. Y esto el pueblo lo ve.
Si la imagen de AMLO se desgasta progresivamente, su partido acusa un desgaste todavía mayor; así lo dicen los datos. El 25 de noviembre El Universal publicó los resultados de una encuesta que ese diario aplicó en los meses pasados. A la pregunta "Si hoy fueran las elecciones para presidente de México, ¿por cuál partido votaría usted?", los encuestados cambiaron sus respuestas de forma interesante. En marzo, el 51% prefirió a Morena, el 4.5% al PAN, y el 4.2% al PRI. Para noviembre las respuestas habían variado: el 36% eligió a Morena, el 7.2% al PAN, y el 6.7% al PRI. Entre la primera encuesta y la segunda, Morena perdió 15 puntos porcentuales, el PAN ganó 2.7, y el PRI 2.5. ¿Cómo pueden interpretarse estos resultados? Morena se está desgastando más rápido que Andrés Manuel, pero la mayoría de quienes le retiran su respaldo al partido gobernante, se niega a apoyar a los partidos tradicionales. Por eso, del 15% que ya no votaría por Morena, solo el 5.2% elegiría al PRI o al PAN. El 9.8 restante ya no se identifica con ninguno de los partidos.
Podrá objetarse que en ambos casos se trata de diarios de circulación nacional propiedad de grandes empresarios -aquellos contra quienes la 4T supuestamente ha enfilado sus baterías- y que, por lo tanto, los datos están manipulados para desprestigiar al gobierno de Andrés Manuel. Es posible, aunque se antoja lógico pensar que cualquier mexicano estaría decepcionado si el presidente por el que votó no está resolviendo los problemas que como candidato criticó. Solo lo más obstinados cuatroteístas se negarán a aceptar que la opinión pública ha comenzado a cambiar, y no para bien del gobierno actual. Pero el partido de AMLO no solamente se está desinflado como alternativa política, sino que adentro ya se empiezan a ver claros signos de descomposición.
Muestra de ello es la pugna por el poder que se ha desatado al interior de Morena entre los bandos de Yeidckol Polevnsky y Bertha Luján. En medio del proceso de elección de la nueva presidencia del partido, ninguna de las dos candidatas está dispuesta a ceder. Se armó tan grande escándalo mediático con la disputa, que el propio Obrador tuvo que intervenir. Con su autoridad de líder máximo, Andrés Manuel señaló que la mejor forma de elegir a la nueva presidencia no era mediante una votación de los militantes, sino por medio de encuestas. Todo el mundo pensó que, puesto que el Papa había hablado, los feligreses de la iglesia morenista acatarían la "sugerencia". Pero no. En un hecho inédito, las dos contendientes ignoraron olímpicamente al fundador del partido y cada una convocó a un congreso por separado. Así que el partido protagoniza hoy un circo político al más puro estilo mexicano, mientras que al presidente su creatura se le va de las manos. Es por eso que el partido Morena, poco a poco, va dejando de representar las esperanzas de cambio de los mexicanos que alguna vez votaron por él.
La situación actual demuestra la necesidad de una nueva alternativa política que condense los anhelos del pueblo. Decepcionados por Morena, los mexicanos no encuentran ya en dónde depositar su confianza. Es en esta coyuntura donde mejor puede germinar la semilla del partido antorchista. El Movimiento Antorchista no solo cuenta con una amplia trayectoria de lucha entre las capas populares, sino que es la organización más grande y mejor estructurada del país. Cuenta, además, con un elemento clave para toda formación partidaria que aspire a gobernar el país: un proyecto de nación bien definido. Empleo para todos, aumento salarial, mayor cobro de impuestos a los que más tienen, y más gasto gubernamental en las necesidades del pueblo pobre, conforman los cuatro ejes del proyecto de nación antorchista. Ahora que el pueblo se ve defraudado por todos los partidos existentes, están dadas las condiciones para el surgimiento y consolidación del partido de Antorcha.
En el discurso que pronunció el 1 de diciembre en el Zócalo capitalino, López Obrador afirmó que en un año más el país estaría modificado a tal punto que sería imposible regresar al viejo régimen. Nosotros rechazamos al viejo régimen, pero nos negamos también a permanecer en el régimen actual. El país que los antorchistas queremos se diferencia claramente del que encabezaron los gobiernos priístas y panistas, y del que encabeza Morena. Mientras los grupos favorecidos por los gobiernos pasados marcharon vestidos de blanco contra la 4T, los sectores que apoyan a Morena se concentraron en el Zócalo. Aquellos piden que retorne el gobierno de las élites; estos, que se mantenga un presidente que dice gobernar para el pueblo. Nosotros no queremos un gobierno elitista, pero tampoco queremos a un gobierno autoritario que interprete las necesidades del pueblo a partir del contacto con las masas, pero que les prohíba a estas su participación. Con el partido de Antorcha no queremos el poder para las élites; no queremos el poder para gobernantes mesiánicos: queremos todo el poder para el pueblo. ¡Vamos por nuestro partido!
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