Terrible situación es en la que nos encontramos lo hidalguenses, con una población que ronda casi los 3 millones de habitantes; de acuerdo a la información más vigente que existe, el 51 por ciento (1 millón 622 mil hidalguenses) padece algún tipo de pobreza y alrededor del 12.3 por ciento (350 mil habitantes) está sumergido en la pobreza extrema: padecen hambre, no tienen vivienda, se les niega servicios básicos de drenaje, agua potable y pavimentaciones; la atención médica es sumamente deficiente y tampoco se ven por ningún lado políticas efectivas para abatir y atacar la aterradora miseria. Aunado a esto, entre la población existen salarios mensuales muy raquíticos, en la zona rural los pagos de máximo 100 pesos día son para no morirse de hambre en el mejor de los casos.
En diversos municipios de Hidalgo que se ubican en la Sierra y en la Huasteca, existen comunidades donde el común denominador es la pobreza y la miseria, donde siguen existiendo centenas de localidades con alto grado de rezago: en estas es posible observar miles de casas que sus muros y techos son de láminas o con paredes de adobe y carrizo, muchas de ellas con pisos de tierra, no hay servicios básicos como luz y drenaje, y en las comunidades más alejadas no existe transporte público y, aunque lo hubiera, sólo hay brechas para ingresar a esos lugares, por eso Hidalgo continúa ubicándose en la séptima posición dentro de los estados más pobres del país.
Otro dato reciente y muy desalentador para los hidalguenses es que la taza de informalidad en Hidalgo es la cuarta más alta en México, con un 73.8 por ciento y se coloca entre las más altas en América Latina sin reportar una disminución durante la última década, de acuerdo con el más reciente Estudio Territorial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Desde la llegada de Omar Fayad Meneses como gobernador, a partir del 5 de septiembre de 2016, deja más que claro su incapacidad y despreocupación para resolver tan graves problemas que padece la población hidalguense, pues han trascurrido ya 2 años y 9 meses, y es visible la ineficiencia del gobierno actual, para actuar sobre estos problemas, pues la situación de miseria y pobreza sigue siendo la misma o peor.
Se suma a esto una política de total cerrazón al trato con organizaciones como el Movimiento Antorchista Hidalguense (que cumplió este diez de mayo, 1 mes en plantón frente a Plaza Juárez); claramente con la misma línea que aplica el Gobierno Federal, de no resolver las demandas y necesidades de quienes le exigen con pruebas y con la ley en la mano, obras y servicios para aquellas comunidades que más lo necesitan, y por si esto no fuera suficiente, el gobierno de Omar Fayad, actúa como un gobierno de los de hace 100 años, que manda a golpear, encarcelar y reprimir a quien le exige cumplimiento a su palabra. Claramente vemos un futuro poco alentador para los hidalguenses con este Gobierno represor e incumplido.
Por todas estas razones los hidalguenses ahora más que nunca tenemos muchas razones para luchar con más fuerza, para levantarnos e inconformarnos con la cada vez más difícil situación económica en la que viven y se encuentran miles de familias actualmente, los antorchistas no nos queda otra alternativa que hacer uso de nuestro derecho de manifestación para reclamar lo que por derecho le corresponde y si no se encuentra pronta solución, entonces luchar por remover a quienes ya han demostrado que no gobiernan para el pueblo, sino solo velan los intereses mezquinos de altos mandos y empresas que los patrocinan como pasa con el gobierno de Hidalgo.
Cada familia de Hidalgo debe voltear a ver su bolsillo y darse cuenta que se nos está arrastrando a una dura situación de la que difícilmente podremos salir. La única forma es seguir formando una gran fuerza organizada que pueda defender al pueblo que está indefenso ante gobiernos terribles como el de Omar Fayad.
El problema de la pobreza no es solo de carácter social, no es solo que la gente se está muriendo de hambre; es que los poderosos no quieren soltar su riqueza, y por ello se está llevando a la población a un extremo del que será muy difícil recuperarse o incluso imposible; los hidalguenses debemos darnos cuenta de que no se trata de sacar a un partido del poder, sino de cambiar de clase social en el poder, y poner a políticos nacidos de las entrañas del pueblo. Esa es la tarea de Antorcha.
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