"Durante este gobierno se han tenido problemas en las áreas de salud, seguridad, cultura, deporte, entre otras, debido a recortes que no han tenido un sólido fundamento [...] En el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) está pasando algo similar. [...] Estos ajustes implicarían que la institución prácticamente deje de funcionar en las próximas semanas [...] Llevemos a cabo un ejercicio de austeridad que se base en una mejor planeación. Hoy tenemos un liderazgo presidencial fuerte [...] Pero ese liderazgo tendrá mejores resultados si se basa en evidencia.". Esta mesurada crítica fue escrita el 18 de julio por el director del Coneval, Gonzalo Hernández Licona. Cuatro días después, Andrés Manuel lo separó de su cargo y colocó a José Nabor Cruz en su lugar.
Como no podía ser de otra manera, rápidamente un coro de voces se alzó criticando la soberbia, intolerancia y autoritarismo que demostró Obrador al sustituir al director inconforme. él respondió. "Terminó su ciclo. Me planteó la secretaria de Bienestar que consideraba que ya era tiempo de que se hicieran cambios ahí. Le dije que sí, que lo fuese viendo. Tan no es cierto que fue por su escrito sobre la austeridad, que esto se decidió antes de que escribiera su artículo. No es cierto que haya sido porque escribió en contra de la austeridad", dijo AMLO. Pocos le creyeron que la decisión no tuviera relación directa con la acertada crítica que hizo Hernández Licona a las medidas draconianas del obradorismo, sin embargo, los hechos posteriores demostraron que así era.
Al ser cuestionado sobre la posible desaparición del Coneval, el presidente se expresó así en su conferencia mañanera del 25 de julio: "No lo descartamos, porque abusaron con la creación de estos organismos. Crearon aparatos onerosos sin beneficio [...] Y existen instituciones. Si se tiene el INEGI, por qué no el INEGI hace esa función". Resulta, pues, que la remoción de Hernández Licona, quien había llevado al Coneval a ser una institución de prestigio internacional durante sus 14 años de gestión, no se debió únicamente a su valiente pronunciamiento, sino que fue solo un paso más en el plan que ya desde antes se había trazado el Gobierno Federal. En la concepción de Andrés Manuel, el Coneval es un organismo innecesario, costoso, y perfectamente sustituible. Por eso la 4T le aplicó una serie de fuertes medidas que colocaron al Consejo al borde de la asfixia, situación ante la cual reaccionó su director en un escrito que más que atacar pedía clemencia.
Ahora bien, ¿qué es el Coneval y por qué es tan relevante su posible desaparición? El Coneval fue creado en 2004 por el Congreso de la Unión, en un esfuerzo por tener mecanismos que permitieran evaluar con certidumbre la pobreza en México. El fin único de la institución es, pues, medir cómo se mueve la pobreza en el país –si crece o disminuye- y evaluar los resultados que tienen los planes y medidas implementados desde el Gobierno. En un país como el nuestro, que desde hace décadas va cediendo cada vez más terreno a la pobreza, conocer con precisión la evolución de este flagelo social se convierte en un asunto de primera importancia. Cuantimás si el Gobierno en turno se presenta como el Gobierno de los pobres; el que, ahora sí, cambiará la suerte del pueblo pobre de México.
Pero en el caso del Coneval, como lo acusó Hernández Licona en su escrito, y como antes lo había hecho Carlos Urzúa, Andrés Manuel está tomando decisiones sin tener el sustento suficiente. Dice el Presidente que INEGI puede suplir al CONEVAL en su tarea de medir los indicadores de la pobreza y evaluar el desarrollo de este mal. Eso es simplemente falso. Sorprendido por la declaración obradorista sobre la posible desaparición del Coneval, Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México y voz más que autorizada en el área, dijo: "El Coneval es mucho más que la simple medición de pobreza. El Coneval evalúa el diseño, operación e impacto de la política social [...] El INEGI no debe hacerse cargo por sí solo de la medición de la pobreza. El INEGI puede recopilar y procesar información, pero los criterios metodológicos deben ser validados por otra instancia. En el caso de la pobreza, por el Coneval". Es claro: sería erróneo eliminar al Coneval si el Gobierno realmente desea medir objetivamente la pobreza.
El deber de un Gobierno progresista, con mayor razón el de un Gobierno revolucionario, es superar los problemas sociales nacidos de la desigualdad social. No hacerlo así convierte automáticamente a ese Gobierno en conservador o reaccionario. No importa si el Gobierno en cuestión aduce falta de condiciones o un millar de argumentos más: si no supera esos problemas no se puede llamar progresista, y menos revolucionario. Tomando medidas sociales por convicciones personales (caprichos que no responden a ninguna evidencia), negando tozudamente que la economía nacional crece a ritmos muy bajos, y exterminando un organismo clave en la lucha contra la pobreza, Andrés Manuel no combatirá eficazmente los principales problemas sociales de México. Y de eso, precisamente de eso, se trata, de superarlos. Si él no lo hace, ya vendrá otro Gobierno que sí lo haga. En Antorcha lo tenemos claro y nos estamos preparando. Tenemos 45 años en ello.
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