Texcoco, Estado de México, En la colonia Víctor Puebla, la luz eléctrica es un lujo. Se va y regresa cuando quiere. A veces tarda horas, a veces días. A veces ni avisan. Y cuando regresa, puede venir con chispa, como dicen los vecinos, y explotar aparatos. Refrigeradores, televisores, ventiladores, hasta cargadores de celular, todo se quema. Pero lo que más duele es otra cosa.
“Yo tengo las medicinas de mi papá en el refri”, dice doña Maribel, vecina desde 2011 de este asentamiento popular. “Ya van tres veces que casi se nos va, porque no hay luz y los medicamentos se echan a perder junto con la comida. ¿Cómo le explicas a alguien que puede morirse porque no hay luz, porque el transformador está mal?”
La colonia Víctor Puebla nació en 2009, cuando muchas familias, gracias a la gestión del Movimiento Antorchista, lograron acceder legalmente a este terreno. Sin embargo, el grupo político del senador Higinio Martínez —en ese entonces del PRD y hoy parte de Morena— se negó desde el inicio a reconocer a los colonos.
El PRD y ahora Morena, nunca han accedido a cambiar el uso de suelo de agrícola a habitacional, lo que dejó a la colonia en un limbo legal. Al estar clasificados como terrenos agrícolas, los gobiernos municipales no destinan recursos ni servicios básicos para el asentamiento, condenando a sus habitantes al abandono. No hay delegación municipal que los represente porque tanto autoridades perredistas como morenistas dicen que “no existen”-, pero sí les interesa el voto de esa gente: instalan casillas cada vez que hay elecciones.
A pesar del rechazo institucional, las familias se organizaron. Levantaron sus casas con tabique, cartón o lámina, sin esperar a que el gobierno pusiera drenaje o banquetas. Porque no podían esperar más.
Según el INEGI, Texcoco creció en 31,617 hogares entre 1995 y 2010. Gran parte de ese aumento se debe a migración interna: llegaron familias que ya no podían pagar renta en la Ciudad de México o que buscaban escapar de la violencia en otros estados. La colonia Víctor Puebla aportó muy poco a ese crecimiento. La mayoría, sin papeles de propiedad pues el gobierno de Texcoco, encabezado en esos años por Delfina Gómez, Higinio Martínez y Sandra Luz Falcón, los declararon “invasores” e “irregulares”; por lo tanto, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tenía el pretexto perfecto: si su colonia no existe en el Plan de Desarrollo Municipal (PDM) no habrá contrato con ellos.
|Los apagones no son nuevos. Lo que cambió fue la frecuencia y la gravedad. “Antes eran uno o dos al mes”, dice Óscar, un comerciante. “Ahora son cada semana, a veces diario. Ya da miedo dejar algo conectado.”
Muchos vecinos han pedido a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que cambie los transformadores, que ya no aguantan la carga de tantas casas. Y aunque se presentó un supuesto proyecto de subestación para junio, la realidad es que nadie ha visto nada. Ni obras, ni postes nuevos, ni cables. Solo promesas.
El problema es político y legal. De acuerdo el INEGI, de las cerca de 42 mil hectáreas con que cuenta el municipio, 92 por ciento es superficie no urbana, cuyo rezago en este sentido alcanza el 39 por ciento; es decir, muchos predios del municipio, como la colonia como Víctor Puebla, no están regularizados. Eso significa que, para muchas dependencias: “no existen oficialmente”. Y si no existen, no hay obligación de darles servicios públicos. Es una trampa: sin papeles no hay inversión y sin inversión no hay papeles.
En el último Censo de Población y Vivienda, el INEGI reportó que más del 12 por ciento de las viviendas en Texcoco no tienen acceso formal a energía eléctrica. En zonas como Víctor Puebla, esa cifra puede ser más alta. Lo que hay son instalaciones “obsoletas” o conexiones temporales que terminan sobrecargando los transformadores.
En una reciente manifestación frente a las oficinas de la CFE, los vecinos sacaron pancartas y altavoces. Exigían algo tan básico como una red eléctrica que funcione. Nada más.
“Parece que estamos pidiendo un favor. ¡No! Estamos exigiendo lo mínimo para vivir con dignidad”, gritó uno de los colonos. “Ellos en su oficina con aire acondicionado, y nosotros aquí con calor, sin ventilador y con miedo de que se enferme alguien por falta de corriente.”
La protesta fue pacífica, pero advirtieron: si no hay respuesta, van a cerrar calles. “No lo haríamos por gusto”, dicen, lo harían porque dw otro modo nadie los escucha, comentaron.
La historia de Víctor Puebla no es única, pero sí urgente. Porque en medio de la expansión urbana descontrolada, el abandono de las autoridades y la falta de políticas claras de regularización, son miles las familias que viven al borde de la legalidad… y al borde del colapso.
Mientras tanto, los vecinos siguen organizándose con el liderazgo del Movimiento Antorchista. Hacen rondines, juntan firmas, van a las oficinas de gobierno, presionan. “Nos dijeron que en junio llegaba la subestación, pero no hay ni rastro de obras”, dice don Raúl, quien tiene un taller mecánico. “Y mientras tanto, ¿qué hacemos? ¿Cerramos el negocio? ¿Nos mudamos? ¿Nos resignamos?” No. No se resignan. Porque lo que exigen no es un privilegio. Es un derecho. La electricidad no es un lujo. Es un servicio básico. Y la colonia Víctor Puebla y su ampliación ya esperaron demasiado.
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