MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

REPORTAJE | Crisis en el campo lagunero

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La Comarca Lagunera enfrenta una de sus etapas más críticas en materia agrícola. Los niveles de almacenamiento en las principales presas, particularmente la Lázaro Cárdenas, se mantienen alarmantemente bajos. A pesar de algunas lluvias recientes, el embalse apenas alcanza el 24 % de su capacidad, lo que plantea serias dudas sobre el próximo ciclo agrícola en 2026.

La realidad en la Comarca Lagunera es clara: sin agua no hay agricultura, y sin agricultura no hay vida económica para buena parte de la región.

Un ciclo raquítico y sus consecuencias

Este año se vivió un miniciclo agrícola que dejó secuelas profundas en la economía regional. Las siembras se redujeron drásticamente, sobre todo en las zonas más bajas de la cuenca del río Nazas, donde las tierras de cultivo simplemente no recibieron el agua suficiente.

Esto impactó no sólo a los productores del campo, sino también al comercio local y a los trabajadores jornaleros, muchos de los cuales dependen del campo para su sustento diario.

Municipios como San Pedro de las Colonias, Matamoros y Francisco I. Madero, en el estado de Coahuila, enteramente agrícolas, sufrieron pérdidas millonarias, ya que al reducirse la superficie sembrada también disminuyó la generación de empleos, la producción de cultivos como el algodón y el flujo económico que normalmente dinamiza a la región.

La esperanza está en las lluvias…

Si bien ha habido precipitaciones en la cuenca alta del río Nazas en las últimas semanas, los agricultores y productores temen que sean insuficientes. agosto, septiembre y octubre suelen ser meses clave en la captación de agua, pero hasta el momento las lluvias apenas han comenzado a mitigar la sequía.

La presa Lázaro Cárdenas, con una capacidad monumental, requiere mucho más que lluvias moderadas para alcanzar niveles óptimos. La captación ha sido limitada, y la situación comienza a generar preocupación entre ejidatarios y pequeños productores, quienes dependen casi por completo del volumen de esta presa para planear sus cultivos del próximo año.

Falta de acción institucional y abandono del campo

El malestar entre los campesinos se agudiza no sólo por la falta de agua, sino por la ausencia de medidas por parte de las autoridades federales. Este año no se implementaron programas emergentes de empleo ni apoyos dirigidos a mitigar la crisis en el sector agrícola. Los reclamos por una estrategia alternativa al campo —en ciclos agrícolas reducidos como el actual— no encontraron eco en las oficinas gubernamentales.

¿Agua para el campo o para los empresarios?

Una de las quejas más persistentes entre los agricultores es el desvío de los intereses que rigen el uso del agua de la presa. Aseguran que el vital líquido ya no se distribuye en función de las necesidades agrícolas del sector social, sino que se privilegia a grandes empresas, en especial ganaderas, que aprovechan esta escasez para acaparar recursos hídricos.

Esto, aseguran, refleja una política pública distorsionada, donde el campo tradicional ha dejado de ser prioridad. La histórica lucha por el acceso al agua, que durante décadas movilizó a ejidatarios de Durango y Coahuila, parece hoy disuelta en acuerdos que benefician a intereses empresariales.

Una alarma encendida

Mientras tanto, la realidad en la Comarca Lagunera es clara: sin agua no hay agricultura, y sin agricultura no hay vida económica para buena parte de la región.

Para revertir esta situación, los productores campesinos tienen pleno derecho para organizarse legalmente y solicitar ante las instancias correspondientes apoyos que ayuden a solventar las consecuencias de la sequía. Y el gobierno estatal y nacional, por su parte, debe estudiar y atender de forma eficaz esta problemática, sin aspavientos y de forma respetuosa.

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