MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Refinería Dos Bocas, fracaso anunciado

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Las opiniones sobre la construcción de Dos Bocas han sido homogéneas. Analistas políticos, organizaciones civiles y especialistas argumentaron oportunamente que la nueva refinería perjudica financieramente a Pemex por el notable incremento de su sobrecosto. En la misma situación ubican los proyectos del Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía, donde también se advirtieron evidencias de dudosa viabilidad económica, técnica, social y ecológica. 

Estos sectores sociales armados con ideas más progresistas propusieron al presidente Andrés Manuel López Obrador que los recursos financieros asignados para estas obras fueran destinados en apoyos económicos urgentes a los más de 30 millones de trabajadores informales, que representan dos terceras partes de la Población Económicamente Activa, integrada por más de 56 millones de personas, las que se vieron obligadas a dedicarse al comercio informal para buscar el sustento diario por la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19. Sin embargo, ninguno de los argumentos logró convencer a AMLO. 

Agencias calificadoras advirtieron con anticipación que debido a la falta de experiencia del gobierno y Pemex en la construcción de refinerías generaría un costo mayor al planteado por el gobierno. Por lo que el mismo presidente López Obrador admitió que la nueva refinería Olmeca que se construye en Dos Bocas, Tabasco, tendrá un costo final entre 11 y 12 mil millones de dólares, lo que significa un incremento de hasta 50% respecto al valor proyectado inicialmente de ocho mil millones. Pese a que AMLO había prometido que hoy sería dado a conocer el costo final del proyecto, algo que no ocurrió. Según personas familiarizadas con el tema, el precio final probablemente totalice entre los 16 mil millones y 18 mil millones de dólares, o sea más de 300 mil millones de pesos. 

No se debe olvidar que la actual administración ya carga con el costo de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que se calculó en 113 mil millones de pesos como parte de la cuenta pública 2019, pero en un análisis económico que contempla los intereses que representará la recompra de bonos, la cifra se dispara a los 330 mil millones. Todo este dinero se tiró a la basura por intereses políticos del Gobierno de la Cuarta Transformación.

Personas con información privilegiada dieron a conocer que el presidente en privado recibió varias veces a los tres titulares de dependencias involucrados en la construcción de Dos Bocas: a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, a quien le encargaron el proyecto; al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, quien lo financia, y al director general de Pemex, Octavio Romero. En todas las reuniones cada funcionario llevaba datos diferentes. Los más altos y reales eran los de Hacienda y Pemex, que fueron subiendo de 12.5 mil hasta los 18 mil millones de dólares que se tienen contratados. 

La única que llevaba cuentas alegres y maquilladas era la encargada del desastre, Rocío Nahle, responsable directa del diseño y edificación del complejo petroquímico, quien desde el principio hizo todo mal, pues lo que realmente le interesa a Nahle es generar relaciones empresariales y mostrarle lealtad a un Presidente que la puede considerar como candidata de Morena a la gubernatura de Veracruz, pese a ser zacatecana, y así otorgarle a esa lacerada entidad un nuevo mandatario de dudosa reputación y de probada incapacidad, en una fila por la que ya pasaron Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes y el actual mandatario, Cuitláhuac García.

Así se espera que sea el futuro de los miles de millones destinados a Dos Bocas: un desperdicio de recursos que se necesitan para comprar medicinas, rehabilitar y construir hospitales y escuelas, y para muchos otros fines más importantes que refinar petróleo. 

Dos Bocas es uno de los tres grandes proyectos que el presidente López Obrador prometió concluir en su sexenio. Pero según fuentes seguras, las instalaciones de la nueva Refinería Olmeca en Dos Bocas, inauguradas este 2 de julio por el mandatario, se asemejan más a un campus tecnológico que a un lugar donde se procesa el crudo para transformarlo en gasolina y diésel. 

¿Qué es lo único que falta? El zumbido del equipo de refinación. Aunque la planta se inauguró oficialmente en una ceremonia a la que asistió el propio presidente, las unidades diseñadas para destilar petróleo en gasolina permanecieron inactivas junto con el equipo de construcción. Lo que implica que, además del Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles, los mexicanos estamos pagando con los desastres financieros y políticos de la refinería Dos Bocas otro fracaso anunciado.

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