"No hay poder sobre la tierra que pueda comparársele", del Libro de Job tomó la frase Hobbes para colocarla al frente de su obra, justo en la parte superior de la clásica ilustración de la portada de la primera edición de Leviatán o la materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil.También de ese libro bíblico tomó, como es comúnmente sabido, el filósofo inglés la metáfora de un monstruo colosal para ejemplificar la situación del Estado sobre la sociedad.Pero la figura del Leviatán de Thomas Hobbes, como se ve en la portada del libro está muy lejos del monstruo marino del Libro de Job.Es un ser mitológico que asimila la figura de un rey gigante portando una corona, lleva en la mano derecha la espada, como símbolo del poder terrenal, y en la izquierda el báculo, como símbolo del poder espiritual; en dos columnas bajo el brazo temporal y el espiritual del gigantesco engendro de la parte superior, encontramos una sucesión de cinco pequeños grabados que se contraponen y complementan, representando los aspectos secular y eclesiástico del Estado.Sin embargo, el rasgo más notable es, sin duda, la composición del cuerpo: son miles de pequeños humanos los que al unirse forman al temible monstruo.Hasta aquí el intento por describir la genial ilustración en la que destaca la exacta correspondencia entre los conceptos del filósofo y el mensaje del dibujo.
El desarrollo histórico del Estado, que no es posible abordar en los límites de este espacio, lo llevó a ser concebido como un poder superior a los individuos, con la fuerza y la autoridad para garantizarles sus derechos a la vida, la seguridad, y la propiedad, sin que cada uno por separado tuviera que buscar hacerse justicia por propia mano, lo que genera violencia y caos sociales.Es decir que los ciudadanos cedieron a dicho ente sus derechos y libertad a cambio de que se les garantizara esos derechos que ya no dependerían de la fuerza de cada uno para defenderlos, así como ciertos grados de libertad a nivel individual y en los ámbitos privados, social y político.El individuo, además, queda obligado a ceder al Estado obligatoriamente una parte importante de su riqueza, su trabajo y la libertad de decidir qué hacer con sus ingresos a cambio de no ser multado, señalado, encarcelado y obtener supuestos beneficios estatales, aunque no los haya pedido.Para limitar este poder descomunal y tratar de evitar abusos y brindar a las personas las posibilidades de defenderse ante sus posibles injusticias, el pueblo ha establecido, en la mayoría de los casos pagando un alto precio en sangre, leyes como nuestra Carta Magna que establecen una serie de derechos.Sin embargo, en los días que corren en nuestro México se avanza a toda la velocidad que les es posible a los que detentan el poder, a la limitación o quebrantamiento de tales derechos civiles y contrapesos al Leviatán.Desde el poder de la 4T se han creado leyes que conculcan los derechos civiles y políticos de los ciudadanos; incrementado el número de delitos que merecen prisión preventiva; elevado desproporcionadamente las penas para los delitos de corrupción, defraudación fiscal y facturación falsa; violentado el derecho de propiedad arrogándose la facultad de confiscar los bienes de un acusado antes de que sea declarado culpable; se ha fortalecido el aparato de coacción otorgando facultades policiales al ejército y otras acciones similares.A la par se ha desarrollado una campaña de calumnia y persecución en contra de las organizaciones que en el marco legal los ciudadanos han desarrollado para la defensa de sus derechos y, en la práctica, se ha desaparecido el derecho de petición, con el argumento de los "servidores de la Nación" ya hicieron un censo en el que quedaron asentadas todas las necesidades y todos los necesitados por lo que solo queda esperar a que desde las alturas del poder que no admite réplica, ni crítica, ni solicitud alguna, se les beneficie por la bondad del supremo.En medio del enclaustramiento al que nos obliga la pandemia, debemos defender la organización popular como la única posibilidad de cerrarle el paso a los sueños dictatoriales.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario