La elección de Ocoyucan fue anulada. La Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dictó tal sentencia y fue ratificada por la Sala Superior del mismo tribunal sin revisar el caso a profundidad y con meticulosidad. Así pues, sin importarles la voluntad de miles de ciudadanos y su derecho a elegir libremente a sus autoridades, se impone la voluntad de quienes ejercen el poder desde las altas esferas en nuestra sociedad. ¿Dónde queda entonces el respeto a la democracia, a la decisión de la mayoría que tanto se proclama en nuestra sociedad mexicana?
Miles de campesinos y sus familias han estado toda su vida en este municipio y otros más, gran parte de ella. Conocen palmo a palmo el territorio, las necesidades del pueblo, sus demandas, sus dolencias, y son ellos mismos, los más avezados políticamente, los más fraternos y solidarios, los que saben cómo atender la problemática que le aqueja. Conocen a las personas que les han ayudado desde con una despensa hasta con la pavimentación de su calle, la construcción de una escuela o espacios deportivos en beneficio de toda la comunidad; conocen también a aquellos que tan sólo son buitres políticos, carroñeros oportunistas que con cantos de sirena los buscan tan sólo cuando del pueblo necesitan el voto.
Sin lugar a duda, este desarrollo en la población de Ocoyucan ha provocado que cada vez más gente se organice en torno a una fuerza social que los guíe por el camino correcto y, en muchas de las ocasiones, el más difícil por tratarse de una lucha social en defensa de los intereses populares, de los campesinos, de los colonos, de los estudiantes y todo el pueblo pobre que aspira a una vida mejor. Pero esto no se da de la noche a la mañana, es un trayecto largo y complicado que se aligera con la compañía y la fraternidad de sus hermanos de clase que se suman a ellos: del pueblo organizado.
Pero ¿por qué se organizan, de quién se defienden? Porque hay también personas que buscan tan sólo el provecho personal y ligeramente el de su camarilla, de aquellos peones que les sirven en el proceso de aprovecharse del pueblo depauperado, que son ni más ni menos quienes se mueven entre las sombras, quienes dirigen tras bambalinas y que no tienen escrúpulos para echar mano de todos los recursos a su alcance, incluso del Estado mismo, para lograr sus mezquinos objetivos.
Así pues, es el caso del municipio de Ocoyucan. Un lugar que -pareciera que es su única "virtud"- se ha convertido en la joya de la corona por la cantidad de proyectos inmobiliarios y las ganancias económicas que ello implica. Puede especularse que hay grandes intereses ocultos interesados en seguir beneficiándose de esta situación; sin embargo, la piedra en el zapato es la organización del pueblo dispuesto a defenderse y, por tanto, se anuló la elección del pasado 1º de julio.
Ocoyucan sabe luchar. Baste recordar que cuando el penúltimo presidente municipal constitucional traicionó los ideales que prometió defender y trabajó sólo para su beneficio, los ciudadanos iniciaron una empresa para que fuera removido del cargo y, aunque no fue fácil, tampoco imposible. Desde aquel entonces se veía ya la visión política de los campesinos y colonos. Después llegó al frente de la administración un hombre que con su trabajo demostró que se puede tener un gobierno popular privilegiando el diálogo y atendiendo los problemas de los diferentes sectores sociales, pero sobre todo teniendo el respaldo del pueblo.
Ahora que se trataba de dar continuidad a este proyecto, y como en las urnas no pudieron arrebatarle el triunfo al pueblo organizado, los intereses que buscan apropiarse del municipio echan mano de sus herramientas "legales" disponibles. La prueba es la flagrante violación a la voluntad de la mayoría del pueblo de Ocoyucan que eligió a sus representantes.
Queda demostrado que para el pueblo pobre tener la razón y la ley de su lado es insuficiente: debe tener la fuerza. Esa fuerza se la da el número, entre más sean las personas organizadas que estén dispuestas a dar la lucha en aras de sus derechos constitucionales, más fácil será que se les respete. En estas circunstancias donde la voluntad popular corre peligro de extinción sólo el pueblo organizado puede defender al pueblo mismo. Como siempre, habrá ataques desde distintos puntos para menguar su voluntad y tratar de convencerlos, por los medios posibles, que desistan de la lucha. La lucha será implacable, tratarán de infiltrase entre el pueblo y sus dirigentes para apartarlos del rebaño. Será como cuando el lobo se viste de cordero o el zorro entre la oscuridad de la noche se interna en el gallinero.
Por eso, camaradas, debemos estar en permanente estado de alerta, estar atentos al llamado los compañeros que nos necesiten y ser lo suficientemente inteligentes para poder desenmascarar a tiempo a los falsos amigos que pretendan dinamitar nuestra lucha. Aun estamos en condiciones de hacer valer la voluntad del pueblo organizado de Ocoyucan, aun estamos a tiempo de quitarnos de encima la afrenta que el poder de las altas esferas le ha hecho a la clase trabajadora. Lo lograremos si en la lucha permanecemos unidos como un solo hombre y como un solo ideal. Hasta triunfar.
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