Agua potable, drenaje, luz eléctrica, escuelas, hospitales, pavimentación de calles, arreglo de caminos, casas de estudiantes, casas de cultura, instalaciones deportivas, vivienda para familias de escasos recursos, apoyo para pequeños productores, etc. Y serán decenas de millones de beneficiarios, de decenas de miles de localidades y colonias de las 32 entidades. Estas obras beneficiarán a la población en general, un hospital, por ejemplo, atenderá a toda la población y no solamente a los antorchistas, y así las escuelas, las calles pavimentadas, etc. ¿Dónde está lo malo de luchar por estas demandas?, El derecho de los antorchistas y de todos los mexicanos a solicitar y a lucha por estas obras es auténtico, legítimo y loable.
Pero es además necesario. Los derechos al bienestar y la obligatoriedad del estado de garantizarlos, es asunto constitucional. Así, por ejemplo, el Artículo 3º Constitucional establece el derecho a la educación de calidad, y se eleva a obligación del gobierno garantizar a todos los mexicanos su acceso a la misma, por lo menos hasta el nivel medio superior. Pero, ¿por el hecho de que esté en la Constitución ya todos tienen acceso a la educación? Es obvio que no, pues, en primer lugar, no existen suficientes Escuelas ni las hay en todos los puntos de la geografía nacional para que cualquier mexicano pueda ir a la escuela. Además, el derecho a la educación es más que el acceso y disponibilidad de servicios educativos; incluye la calidad de las condiciones y servicios con que se ofrecen. Ir a la escuela es necesario, pero no suficiente para el ejercicio pleno de este derecho. Se sabe, por ejemplo, que el porcentaje de grupos de 4°, 5° y 6° de primaria donde todos los estudiantes tienen mueble en buenas o regulares condiciones para sentarse y escribir es de solamente el 53% para escuelas públicas indígenas multigrado (para escuelas privadas es de 99.5%). Y si esto ocurre con los pupitres, imagínese usted qué pasa con libros, aulas, sanitarios, laboratorios, bibliotecas, talleres, y toda la demás infraestructura educativa.
Crear todo esto es obligación del estado, y lo ha hecho (mal o muy mal) con los recursos que aportamos los mexicanos en forma de impuestos. ¿Y para las comunidades marginadas?, han pasado por todo el país gobiernos municipales, estatales, y federales de todos los partidos habidos y, aunque con sus debidas diferencias, en general siempre ha sido lo mismo: "no hay dinero". De manera que se vuelve una necesidad que esos pueblos y comunidades se organicen y luchen para exigir y hacer valer su derecho a la educación. Donde los pueblos no se organizan, el derecho a la educación se vuelve letra muerta, se estrella y desaparece en la trama burocrática en la que no puede penetrar el ciudadano atomizado. En cambio, donde el pueblo se ha organizado y ha luchado, los pueblos han ido logrando hacer valer el derecho a la educación.
Le ofrezco un buen ejemplo, con un municipio el cual, antes de organizarse, era el más marginado de todo su estado y contaba solamente con una primaria que no tenía instalaciones adecuadas. Hoy, después de más de 40 años de estar organizados, esta pequeña ciudad tiene 28 escuelas, desde ludotecas hasta instituciones de nivel superior, ocho preescolares, nueve primarias, seis escuelas secundarias, tres bachilleratos y dos escuelas de nivel superior. Todo mundo puede estudiar e incluso se atiende la demanda educativa de otros municipios y hasta de otros estados, no hay sobresaturación en los salones, en sus nueve comunidades existen preescolares y primarias. Y en la cabecera tiene el Elucom para los más pequeñitos y que los prepara para el Jardín de Niños, la Primaria Oficial, la Secundaria Técnica No. 16, el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario No. 110, la Escuela Comercial "Carmen Serdán", la Escuela Normal con seis especialidades, y el Instituto Tecnológico, con tres carreras: ingeniero en sistemas computacionales, licenciado en gestión empresarial e ingeniero agrónomo, con especialidades en zootecnia y fitotecnia. Tienen todas sus instalaciones y mejoran cada año.
Además, existe actualmente una villa estudiantil que tiene capacidad para albergar a más de mil estudiantes, con instalaciones de primer nivel, que son para hijos de campesinos y familias humildes que, como ya dije, llegan incluso de otros municipios y de otros estados.
Este municipio es Tecomatlán, Puebla, se le conoce como "La Atenas de la Mixteca", y sus pobladores, en su gran mayoría, se organizaron en torno a Antorcha Campesina, ahí nació el hoy llamado Movimiento Antorchista Nacional. Todos estos éxitos en educación aquí descritos, en eso de "hacer valer el derecho a la educación" han sido fruto de la lucha organizada. Sin esto, Tecomatlán seguiría igual de marginado, como lo están los municipios vecinos, que no se han organizado y que parecen haberse quedado estacionados en el tiempo.
No, no basta con que en la Constitución esté escrito el derecho a la educación. Y así sucede con el derecho a la salud, a la alimentación, a la cultura, al deporte (todos establecidos en el Art. 4º), al trabajo (Art. 27) etc., etc., no basta, hace falta hacerlos valer.
¿Cómo?, Son Ley, y la Ley se hace valer con ella misma, pero organizados y en lucha, como Tecomatlán, que, así como lo hace con la educación lo hace con la cultura, el deporte, el empleo, la seguridad, el abasto, la salud, etc. etc. Y así también lo van haciendo, guardando las necesarias proporciones, Huitzilan de Serdán, Chimalhuacán, Ixtapaluca, y algunos municipios más de Puebla, Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Veracruz, en los que gobierna Antorcha Campesina.
¿Y dónde no es gobierno Antorcha? Los grupos antorchistas organizados han logrado, aunque en menor grado, que se les resuelvan las demandas. Pero es organizados y en lucha constante. No hay más remedio, no hay otro modo. Hacer gestiones, presentar proyectos, cumplir requisitos y exigir a los funcionarios que cumplan la Ley. Por ello los antorchistas del país estamos ahora exigiendo al Gobierno de López Obrador que cumpla la Ley, que haga su trabajo y que programe los recursos de los mexicanos, que él está administrando por mandato de la mayoría, para hacer obras en beneficio del pueblo.
Con estos ejemplos, probable lector, dígame usted si existe alguna posibilidad de que los antorchistas dejemos de luchar solamente porque el Presidente dice que su "dedito dice no". Al antorchista NO lo van a engañar con eso de que organizarse es ser delincuente, ni lo van a asustar con amenazas de represión, ya sabemos que solamente la lucha organizada y respetuosa de la Ley nos permite encontrar solución a nuestras demandas.
Somos millones, vamos a luchar por esas obras y el Gobierno Federal tendrá que resolver, tarde o temprano.
Por último, aprovecho para destacar lo que tal vez usted pensó al conocer el ejemplo descrito arriba, mejor aún que organizarse para exigir soluciones a las carencias de las localidades, la verdadera solución es organizarse y luchar, pero para ser el poder político mismo, para que el pueblo gobierne como lo hace en Tecomatlán y en todos los municipios antorchistas. No con políticos chapulines, hipócritas aparentemente purificados por arte y magia del Espíritu Santo, no por quienes ya demostraron desde hace años que son más de lo mismo, sino por un auténtico hijo del pueblo, que gobierne con el pueblo y para el pueblo; tal y como lo han demostrado que lo hacen los gobiernos antorchistas. Si no nos conoces y tienes duda, ya es ganancia. Te invito a ver con los ojos de los mexicanos donde gobierna Antorcha.
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