La tierra del sol está de fiesta con una de las celebraciones más grandes e importantes de Hispanoamérica: la Guelaguetza, palabra de origen zapoteco que significa dar, ofrendar o compartir. Dicha celebración se realiza en el ahora Auditorio Guelaguetza, ubicado en el centro del estado de Oaxaca, considerado patrimonio cultural de la humanidad desde 1987; sin embargo, este festejo que inició como una fiesta popular, se ha ido convirtiendo poco a poco en un deleite totalmente turístico desplazando de esta manera a los originales creadores de esta tradición: el pueblo.
El Cerro del Fortín, hoy hogar de la Guelaguetza, fue usado en sus primeros años como uno de los estacionamientos en los que la gente más humilde, perteneciente a todas las regiones del estado, dejaba sus vehículos de carga o, en muchos casos, animales que contribuían a la transportación, después bajaban al centro de la capital a ofrecer los productos que se producían en su región nativa y una vez que terminaban de vender su producción en los mercados capitalinos, toda aquella mercancía no vendida la guardaban para regalarla más tarde en el Cerro del Fortín.
Es decir, toda esta celebración nace en el seno del pueblo, que hoy tiene acceso restringido a solo unas áreas "gratuitas" del Auditorio en el que la gran fiesta se lleva a cabo, además de que los precios exorbitantes en las entradas hacen totalmente nula la esperanza de conseguir un lugar cercano al escenario para los nativos de escasos recursos económicos.
Y en efecto, el turismo es parte importante de la economía del país, pues representa derrama económica para las grandes y pequeñas empresas que del lugar a donde la gente llega a hospedarse. Según la Secretaría de Turismo en el estado, en el periodo de enero a julio del 2019 la derrama económica ha sido de más de 8 764 millones de pesos, pero ¿ese dinero realmente se queda en el estado y se aplica en obras que beneficien a las comunidades marginadas o hacen que los oaxaqueños tengan acceso a mejores empleos, bien remunerados? Ojo, no estoy hablando de cantidad, sino de calidad.
Revisemos los datos, según el estudio más reciente de la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en el año 2016 se contabilizaron en Oaxaca más de 3 934 millones de pobres tan sólo en el estado, siendo más del 50 por ciento de la población total la que vive en condiciones de pobreza extrema.
El Financiero informó que "la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó que si México no cambia sus políticas públicas incumplirá con objetivos de la agenda 2030 como la erradicación de la pobreza extrema y el cuidado del medio ambiente, entre otros rubros", ¿acaso no una de las consignas que el gobierno actual presumía era que "por el bien de México, primero los pobres"?
Este es un llamado claro para el gobierno a cambiar las políticas públicas que, con la consigna de eliminar la corrupción, eliminando programas públicos y con recortes presupuestales que terminaron en despidos masivos, dejaron a millones de personas sin el único sustento que podía llegar al hogar de familias, lo cual representa un claro retroceso, ya que, como los datos lo demuestran, la pobreza no solo ha incrementado, sino que todos los sectores, como la seguridad, la salud y otros servicios públicos que, aunque no eran los mejores en algo ayudaban a la población, ahora sufren una desestabilidad muy grande, siendo el pueblo el más afectado.
Es por eso que los antorchistas del estado de Oaxaca se encuentran en pie de lucha por mejores condiciones de vida. Oaxaca no solo es un estado rico en flora, fauna y cultura, sino que también es un estado rico en pobres, en marginación, en falta infraestructura y servicios públicos y eso el señor gobernador Alejandro Murat Hinojosa tiene que saberlo, ¡y seguro que lo sabe!, pero es tanta la ignorancia sobre la realidad del estado al que representa, que los ciudadanos ya estamos cansados, ¡basta de oídos sordos!, estos los encontramos en todas las dependencias que juraron servir al pueblo; Murat Hinojosa es, acaso, ¿otro traidor más?
Desde aquí invito a la opinión pública a que analicen que si la gente humilde se manifiesta no es porque no tiene cosas que hacer; todos luchamos día con día para llevar el pan a la mesa, pero para nosotros los pobres no hay otra manera de hacer escuchar nuestra voz más que organizarnos e ir a exigir, como un solo hombre con un solo ideal, que nos atiendan, que nos escuchen y que nos resuelvan. Y como dicen por ahí, si usted señor gobernador así lo hiciereis tenga por seguro que honrará a México y si así no lo hiciereis ten por seguro que la patria os lo reclamará.
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