MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

No sabemos que terreno pisamos: a propósito de los sismos en la Ciudad de México

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Decía el testimonio de uno de los miles de damnificados de esta ciudad capital del país después del último sismo que devastó 40 edificios dejando a miles en la calle con sólo lo que traían puesto..."Teníamos casa, ahora tenemos deuda", reflejando vívidamente su sentimiento de desamparo compartido con sus vecinos a los que el violento movimiento telúrico dejó en iguales circunstancias, sin casa y sin amparo.

Los habitantes de la Ciudad de México nos preguntamos una y otra vez porque los temblores nos golpean de tanto en tanto de modo imprevisto de tal suerte que estamos siempre completamente desprotegidos y las víctimas suman y suman cuando llega el fenómeno. El 19 de septiembre del 1985, aparte de la destrucción material de uno de los más fuertes sismos, al menos 10 mil capitalinos murieron dejando en como hoy, luto y miedo en sus habitantes. ¿Qué hacer ante un acontecimiento que nos toma de sorpresa? ¿Quién estudia a fondo estas desgracias para evitar males mayores cuando la tierra vuelva a rugir? ¿Qué experiencias nos dejó el trauma del 85?

Un estudioso extranjero, impresionado por el tamaño del desastre de aquel fatídico año, recién llegado a la Ciudad de México de Sudamérica donde residía, el ingeniero alemán de nombre Cinna Lomnitz, especialista en sismología anduvo entre los escombros dejados tratando de explicarse algo sobre las causas de tantas ruinas, concluyendo que tenía que estudiar el porqué de tanta destrucción. Naturalizado mexicano, estudioso de los sismos en México, se puso a estudiarlos a fondo para saber sus causas y descorrer el velo sobre los extensos daños materiales causados. Funda el primer Instituto de Sismología en México, y después de años de investigaciones sus conclusiones son aleccionadoras para todos.

Dijo Cinna Lomnitz que estamos parados los habitantes del Valle de México en una zona de alta actividad sísmica y volcánica; que aquí tiembla y seguirá temblando siempre pues la república mexicana es de las regiones del mundo con la más alta actividad sísmica y dónde se han presentado los más devastadores; que había que estudiar bien el subsuelo para saber cómo construir, y que por ejemplo el edificio localizado en Avenida Reforma llamado Plaza Mayor, era prueba de que se puede construir sin riesgo a que los sismos lo hicieran caer. Este esforzado científico murió en 2016 en esta ciudad, sin que autoridad alguna recogiera sus recomendaciones y las desarrolla. El suelo arcilloso de lo que fue el Lago de Tenochtitlán cobra caro la falta inteligente de estudio de su suelo.

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Y ciertamente de las experiencias del 85, sólo quedaron los famosos simulacros que ya vimos, no sirvieron para nada. ¿Qué se hizo por ejemplo de aquellos famosos "Topos" grupo de rescate que tantos reconocimientos lograron en el letal sismo del 85 en la Ciudad de México y que luego fueron solicitados una y otra para rescatar a sepultados en vida en otros desastres en lugares recónditos donde la desgracia de los sismos se ceba en los más desprotegidos? Se les despreció por las autoridades mexicanas, se desmontó la salvaguardia de este grupo con el olvido y la tacañería de sus apoyos, de los famosos Topos, sólo queda el recuerdo.

Nosotros tenemos presente en esta gran ciudad el movimiento del heroico Cuerpo de Bomberos que hace un par de años que batallaron con el gobierno de Mancera por falta de apoyos para su peligrosa actividad, haciendo mítines frente a las oficinas del responsable mayor de lo que pase en la ciudad, hasta que, al fin, con muchos recelos por la protesta pública que hicieron, algo les dieron de equipo. En el rescate de personas y cuerpos de la catástrofe que apenas vivimos, queda la valía de los esforzados tragahumo a los que no se les apoyó con sensibilidad por el gobierno de la ciudad.

Esta falta de fijarse de los políticos gobernantes en lo que verdaderamente necesita el pueblo de la ciudad queda nítidamente reflejado en el poco o ningún caso que les mereció a los dueños del poder la noticia del establecimiento por un grupo de notables intelectuales, rectores de universidades mexicanas, acaba de fundar una institución especializada con la función de estudiar los sismos ocurridos a la Ciudad de México y sacar enseñanzas para preparar medidas de protección, esfuerzo encomiable que tiene la desventaja de empezar a funcionar con muy pocos recurso, apenas son 50 millones de pesos a todas luces insuficientes para la tarea que se echan encima, mientras la clase política del país, chalanea con los enormes recursos destinados a la reconstrucción. Lo dicho es regla: primero el beneficio personal de las campañas políticas que ya los alcanzaron y el poderoso coletazo social del sismo puede echar abajo, después, después habrá tiempo para los damnificados. Con mucha razón estos que acampan en la calle afirman, "Si dejamos que esto se enfríe, es menos probable que el gobierno nos apoye".

Ya vemos el viacrucis que empiezan a padecer los miles de damnificados de la Capital, que igual a los de los estados de Morelos, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Puebla donde el sismo los dejó en el desamparo.



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