MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | Meche, símbolo de lucha y esperanza entre mártires antorchistas

image

Tecomatlán es muy verde en esta temporada del año. Se respira su bochorno, pero se siente bien estar fuera del barullo de la ciudad. Es un ambiente solemne y feliz, pues muchas personas de todo el país han viajado horas para estar en la conmemoración y homenaje a los Mártires Antorchistas.

Desde que Antorcha nació ha habido muchos opositores al progreso del pueblo, intentando apagar la llama con represión. En Tecomatlán los primeros años se vieron envueltos en mucha tragedia, y persecución.

Todos nos saludamos, nos conocemos de mucho tiempo y algunos de recientes jornadas de lucha. Aunque nos reúne la muerte de nuestros camaradas y amigos, varios sonríen, se abrazan, se cuentan las buenas y malas nuevas. Hay algo familiar en este evento al que acudimos desde niños (algunos de nosotros), que se siente con un calorcito fraterno.

Y me viene una duda a la mente: ¿qué sientes cuando recuerdas a los compañeros que ya no están?

Mientras nos formamos para hacer el habitual recorrido al panteón, al que llevamos flores y nuestras consignas, veo a los más pequeños sostener algunas fotos. Allí están Meche, Vladi y Conrado; sostienen un cuadro dos niños de la edad de Vladi. Se me hace un nudo en la garganta, porque en mi país no hay justicia para ellos.

Su cruel asesinato aquel 12 de abril de 2023 aún no tiene justicia, y los asesinos no han recibido castigo. No hay nadie tras las rejas por habérnoslos arrebatado, a ellos cuyo “daño” fue darle fuego, esperanza y organización al pueblo guerrerense, que vive sumido en la pobreza, el crimen y la miseria.

Mercedes Martínez fue mi líder estudiantil hace muchos años, mi amiga, y quien me dijo que ser periodista era muy loable, que no tuviera miedo de escribir. La recuerdo gritando consignas de la FNERRR en Tlaxcala, mientras la lluvia nos caía encima y los que gobernaban nos miraban guarecidos desde las ventanas. Esa lucha dio como resultado algunos apoyos a las escuelas y sentó las bases del proyecto que hoy es la Casa del Estudiante “Tlahuicole”.

Pero hay otras fotos atrás, que sostienen los portadores de sueños. Allí está el querido Tlaca, el maestro Víctor Puebla, el maestro Humberto Vidal, el maestro Carlitos, Nancy, Omar, Bere… hay tantos amigos allí que se hace difícil verlos sin sentir algo.

La marcha comienza. Las consignas tienen algo de tristeza y orgullo en el tono. Desde que Antorcha nació ha habido muchos opositores al progreso del pueblo, intentando apagar la llama con represión.

En Tecomatlán, los primeros años se vieron envueltos en mucha tragedia, muchos asesinatos y persecuciones, sólo por el hecho de ser antorchistas. Pero no es lejano ese pasado: hoy las amenazas siguen latentes y algunas se han consumado y, aun con ello, hemos decidido firmemente llevar la bandera que nos han pasado de mano en mano.

“Me dan ganas de llorar, pero sé que eso no resuelve nada, que se debe honrarlos con trabajo”, me dice una compañera de Veracruz. “Yo siento responsabilidad, alegría y emoción por estar en la organización”, me dice alguien más de Izúcar.

Mientras avanzamos sigo preguntando. Hace calor, a pesar de que es temprano; son casi las ocho de la mañana. “Me da mucha nostalgia, normalmente se me salen las lágrimas cuando vamos en la caminata y en el programa cultural, pero también siento coraje y rabia, porque muchos no han obtenido justicia, sus carpetas de investigación no avanzan y seguramente no lograremos saber qué pasó con ellos hasta que le quitemos el poder a la escoria de la burguesía. Y también siento admiración, porque nunca traicionaron sus ideas y seguramente dudaron, porque todos lo hacemos, pero con gran voluntad se obligaron a seguir hasta el fin”, me dice otra camarada.

Llegamos al panteón, en el que escuchamos el discurso de Carlos Martínez Leal, líder de los antorchistas en Tamaulipas, quien señaló la importancia de recordar a quienes han marcado la línea de lucha y trabajo con su esfuerzo, dedicación y abnegación, una forma de seguir construyendo una sociedad más justa y equitativa.

Después se hace un largo pase de lista, por estado, y al unísono gritamos “¡Presente!”, porque siguen aquí, entre nosotros, con su ejemplo.

“Tenemos que hacer valer la pena en cada minuto de cada día la lucha diaria que hacemos contra el monstruo más grande que ha tenido la humanidad: el capitalismo. No todo está perdido, y ha valido y seguirá valiendo dar nuestras vidas por la lucha más noble.”

De vuelta caminamos al Teatro “Aquiles Córdova Morán”, un impresionante recinto sobre una lomita. Este espacio para el arte es inmensamente bello; no le pide nada a ningún otro. Es amplio, bonito, tiene rastros de arte por cada espacio donde se le mire.

Allí, más de 2 mil 500 espectadores presenciamos un ensamble cultural en honor al 80 aniversario de la victoria de Rusia sobre el nazifascismo, en el que el Plenito Infantil “Wenceslao Victoria Soto” declamó “Canto del Ejército Rojo a su llegada a las puertas de Prusia” y los Grupos Culturales Nacionales de Antorcha realizaron un programa cultural de música, danza y teatro titulado La Joven Guardia.

El secretario general del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Morán, tomó la palabra para hacer un llamado a la formación de un partido del pueblo, que cambie de fondo los problemas que laceran al país: 

“Hay mucha pobreza, mucha violencia, hay un baño de sangre en México; la educación es de mala calidad y va para abajo, las carreteras y caminos son un desastre, la vivienda popular está abandonada y el sistema de salud es totalmente deficiente”.

Ha llegado la hora —puntualizó— de que todos los mexicanos sepamos que los males que padecemos y vemos no se deben, totalmente, a la mala fe de los funcionarios o políticos que gobiernan. Necesitamos cambiar la propiedad privada de los medios de producción, y eso no lo cambia una lucha sindical o una lucha por demandas inmediatas; los problemas vienen de la misma raíz y hay que acabar con ella; solo así se terminará con los problemas sociales.

El evento concluyó con este llamado. Una compañera, mucho más joven, se acercó al final para decirme lo mucho que sintió las palabras del maestro y el evento cultural. “Yo siento nostalgia cuando pienso en los compañeros que ya no están, porque eran parte importante en nuestras filas, pero a la vez me siento orgullosa y comprometida con el legado que dejaron y que debemos conservar con la tarea de organizar y luchar”.

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más