MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los jóvenes mexicanos y las elecciones de 2018

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Cuando nos acercamos a la mayoría de edad, o al menos cuando estuve a punto de cumplir los 18 años, me emocionaba tanto votar por primera vez, creía que ese año yo me volvería parte de algo, de algo grande, que, con mi voto, y el voto de miles de jóvenes más lograríamos cambiar por fin todas las cosas que yo veía mal en el país.

Soñaba con que al momento de emitir mi voto, la pobreza que afecta a miles de mexicanos desaparecería, que ya no tendría que ver a tantos niños en la calle pidiendo dinero para poder comer, que esos niños lograrían estar en el lugar en que les pertenece, es decir, en la escuela, soñaba también con que miles de jóvenes lograrían terminar una carrera universitaria y nuestro país sería uno de los más desarrollados, pues año con año, lograríamos que egresaran más doctores, que lograrían que en los rincones mas alejados de nuestro país, todos tuvieran buena salud.

¿Y qué decir de los salarios de los trabajadores, de la construcción de las viviendas, de más escuelas que oferten educación de calidad, de las mujeres que tienen que mandar a sus hijos a trabajar porque con su salario no les alcanza, y muchas otras cosas más? Todo eso pensé que desaparecería, pero como muchas veces, los sueños no suelen hacerse realidad, sino que a veces, incluso, terminan convirtiéndose en pesadillas.

Ahora he logrado comprender que las cosas no se logran solas, solo con sueños, sino que debemos luchar por ellas, como dijera alguna vez Lenin: "Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía".

Este año, se percibe como un año de cambios, pero lamentablemente, no podemos predecir si serán buenos cambios o si lograrán beneficiar a la parte de la sociedad que más lo necesita.

La juventud mexicana debe de evaluar bien, cuál es el México que quiere, y por el que está dispuesto a luchar, y una manera de hacerlo es analizar y conscientizar el voto; no podemos dejarnos encantar por los cantos de sirena que cada período electoral nos lanzan los candidatos.

El problema principal de nuestro país y del mundo entero es la mala distribución de la riqueza, lo que ocasiona que ocho multimillonarios tengan la misma cantidad de riqueza que la mitad de los habitantes del planeta, un abismo que llega al extremo de lo ridículo.

Pero la pobreza trae consigo otros males que aquejan a la sociedad, como la corrupción, mala educación, miles de habitantes que no logran tener una vivienda digna, la falta de alimento, etc., pero la razón fundamental, la única razón de todo, es la pobreza.

Así que este año electoral no podemos votar ni por un candidato que pertenece a un partido que durante toda su vida ha velado por los intereses de la gente más rica del país y que llegando al poder no verá jamás, ni por un segundo, por resolver los problemas de los más de 100 millones de pobres que tiene el país, pero tampoco podemos votar por una persona que cree que la corrupción, que ya mencionamos arriba es una consecuencia de la pobreza, es el principal problema contra el que debe luchar.

No podemos simplemente, entonces, voltear la vista hacia otro lado, y hacer como si las cosas fueran a solucionarse solas, porque no será así, abramos todos los ojos, previsualicemos el futuro que queremos para nuestro país, y, cuando alcancemos a ver a lo lejos un país libre que sea equitativo para todos, entonces, alcemos juntos las manos, gritemos a una sola voz y alcancemos ese país que tanto hemos anhelado.

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