MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Lo que sigue

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"Es evidente que los ‘izquierdistas’ de Alemania han tomado su deseo [...] por una realidad objetiva. Este es el más peligroso de los errores para los revolucionarios", escribió Lenin, ideólogo y máximo líder de la Revolución Rusa, en su obra "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo", publicada en 1920. Un siglo después, el gobierno de López Obrador viene a darle la razón. Deseoso de pasar a la historia como el presidente que realizó la cuarta transformación de México, Andrés Manuel no ha descansado. Con una votación de 30 millones, con el control del Congreso de la Unión, y con seis gubernaturas, AMLO arrancó con un dinamismo notable: ordenó repartir dinero a los mexicanos, se trazó ambiciosos proyectos como el Tren Maya, Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas, canceló el aeropuerto de Texcoco, impuso recortes bajo la máxima de la austeridad republicana, y hasta decretó el fin del neoliberalismo. Pero este torbellino ha engullido a su propio creador, que ahora no puede ver más allá y actúa ciegamente al confundir sus deseos con la realidad.

La renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público asestó un contundente mazazo a esta loca carrera por la transformación. Pero fue un golpe que ni siquiera hizo trastabillar a la 4T, pues una hora después de la renuncia AMLO ya presentaba al nuevo Secretario, Arturo Herrera, quien bailará al son que le toquen en Palacio Nacional. Una vez quemado el cartucho, Obrador crucificó públicamente a Urzúa: en realidad era más de lo mismo, tan neoliberal como lo fueron los anteriores secretarios de Hacienda Carstens o Meade. Necesitamos gente que se adapte a nuestra transformación, dijo, y asunto zanjado. Sin embargo, no todos pensaron lo mismo. El periódico británico "Financial Times", lanzó en su editorial del 10 de julio algunos dardos motivados por los recientes cambios de gabinete: "Obrador está proclamando el fin de esta era, pero no está nada claro que vaya a poder remplazarla con algo mejor [...] Debe aceptar la realidad económica y no basarse en sus propios datos". En otras palabras, el diario hizo un llamado para que el presidente actúe con base en la realidad y no según sus propios deseos.

La crítica molestó sobremanera a Andrés Manuel (qué novedad) y en la mañanera del 11 de julio exigió que el "Financial Times" se disculpara con el pueblo de México por haberse quedado callado cuando en el país reinaba la corrupción. Su intolerancia y soberbia parece infinita, como dijera Barbosa. Con todo y los desplantes presidenciales, el diario británico no miente. Obrador se ha distanciado demasiado de la realidad del país. Cree que los recorridos que por décadas ha hecho, lo ponen por encima de cualquier especialista o estudio riguroso; y piensa que los eventos populares que realiza todas las semanas le permiten conocer el pulso y el sentir del pueblo pobre de México. Autoconcebido como el más grande conocedor de la vida nacional, AMLO ordena a su equipo qué hacer, sin permitirle la más mínima objeción, mucho menos alguna crítica.

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Este actuar tan desacompasado fue el que terminó por reventar al exsecretario Urzúa. Por un lado, el presidente le exigía planes y medidas para un país posneoliberal; por el otro, la terca realidad neoliberal de México demandaba decisiones más objetivas. Incapaz de conciliar los deseos de Obrador y la realidad nacional –¡¿quién podría?!- Urzúa optó por tirar la toalla. Cuando Herrera recibió el cargo, su expresión facial reveló que sabía lo que le esperaba: irremediablemente correrá la misma suerte de su predecesor. Es solo cuestión de tiempo para que el capitán de la 4T estrelle el navío contra los acantilados de la realidad; ni los técnicos más preparados podrán evitar la tragedia si el presidente no los escucha. Este es el acertado llamado que hizo el "Financial Times".

Todo esto que ocurre en las esferas del poder, es percibido por el mexicano de a pie. Los primeros meses de gobierno ya empiezan a surtir efectos en el desgaste de la popularidad de Andrés Manuel. De acuerdo con una encuesta realizada el mes pasado por "El Universal", la aceptación del presidente pasó del 79.4% en marzo al 72% en junio. Es verdad, las grandes expectativas que suscitó el triunfo de Obrador no se diluyen rápidamente. Por un lado hay una amplia masa de mexicanos que sigue esperando, pacientemente, los cambios prometidos, y por el otro, sectores de la población en los que los programas de transferencia directa ya han surtido su efecto; están agradecidos con el poder por recibir mensualmente un pequeño monto pecuniario. No es cierto que "la ventaja de sentirte del lado correcto de la historia es que te vuelves impermeable a las circunstancias", como escribió Zepeda Patterson el 11 de julio refiriéndose a AMLO. El desgaste avanza lentamente, pero se materializa conforme el gobierno morenista muestra sus límites para hacer efectiva la cacareada transformación. En esta coyuntura, la falta de medidas basadas en la realidad se vuelve un catalizador que acelera la cosecha de inconformes.

A juzgar por su estilo soberbio y autoritario, no parece que en este sexenio Andrés Manuel vaya a cambiar de actitud y escuche la voz de sus especialistas. De continuar como va, la masa de inconformes al final del sexenio será mayúscula, y buscará una opción distinta: ni más Morena ni más PRI/PAN. Se presentará entonces una disyuntiva similar a la que viviera Rusia en el lejano año de 1917. Después de que los mencheviques habían demostrado su incompetencia en el poder, y el pueblo ruso ya los aborrecía, la vieja aristocracia y los bolcheviques de Lenin entablaron un combate frontal por ver quién relevaría al inepto gobierno de Kerenski: los aristócratas ofrecieron al pueblo una salida a la derecha, reaccionaria, con la promesa de restaurar el zarismo bajo una máscara más amable; los bolcheviques, bajo el lema "todo el poder a los soviets", prometieron profundizar el cambio y barrer por igual el dominio de los zares y la burguesía. La cuestión quedó decidida en octubre, cuando los bolcheviques se alzaron con el poder. El México de hoy es la Rusia de entonces; nuestro Kerenski es tabasqueño y nuestra aristocracia los partidos tradicionales. Falta octubre. Preparémonos para lo que sigue.

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