De discursos de cambio hemos oído mucho. La historia reciente de nuestro país está marcada por una farsa que cubrió todos los ámbitos de la vida política, social y económica de nuestra nación. El neoliberalismo, supuesta panacea a los males de los mexicanos no sólo no resolvió ninguno, los agudizó profundamente y llevó a un nivel insostenible. Corría el año de 1982 en México cuando, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, el discurso institucional dio un giro que prometía prosperidad y desarrollo para todos los mexicanos. Las vías del desarrollo en las que nos encontrábamos al fin iban a cumplir su propósito y pasaríamos a formar parte del primer mundo. Un ejército de intelectuales, principalmente economistas, formados a modo para repetir incansablemente esta nueva realidad a la que inevitablemente se dirigía el mundo entero, abarrotaban las aulas universitarias en todos los continentes y se formaban para difundir la nueva política económica. La solución a los males heredados por el "Estado de bienestar" y el proteccionismo de Estado era una política económica en la que el Estado no tuviera injerencia en la gestión económica: regresar a la libre competencia bajo las circunstancias actuales. Más "dejar hacer dejar pasar" y más "libertad de elegir" para todos; más generación de riqueza y también más "goteo" de esa riqueza creada a las capas pobres. No más programas sociales ni empresas estatales que entorpecían por su burocratización y corrupción el desarrollo económico (¿en dónde hemos oído eso?).
Pasaron ya 37 años y 6 presidentes; el neoliberalismo sí generó muchísima riqueza, pero concentrada en unas pocas manos. El "goteo" económico nunca llegó y, por el contrario, la desigualdad, la pobreza, el crimen, el desempleo, entre muchísimos males más, se agudizaron a niveles insostenibles. El descontento social no se hizo esperar y el año pasado millones de mexicanos, empujados por las malas condiciones de vida que generó este modelo económico, decidieron no votar más por los candidatos de los viejos partidos que ya habían tenido el poder y que representaban una continuidad al casi muerto neoliberalismo. Votar por Morena , y por su candidato, López Obrador, debería representar una alternativa, un cambio, pensaron algunos, otros (la inmensa mayoría) , simplemente no estaba dispuesta a votar nuevamente por el PRI o por el PAN. Lo que no se tuvo en cuenta es que no siempre los cambios son para bien.
Sin mencionar los problemas económicos que, un año después de su llegada al poder ya son más que evidentes y porque además no hay espacio aquí (ni quizás en un libro entero), nos encontramos cerca de una crisis derivada de la alta concentración del poder político en la única figura del presidente. Los medios de comunicación dicen que no hay contrapesos y el mismo presidente asegura que "la oposición está moralmente derrotada" y bajo esa bandera se respalda para hacer y deshacer únicamente guiado por su voluntad y prejuicios. Los "opinadores" especializados apuntan que sólo queda el senado como única fuerza que puede ejercer un contrapeso, esto, sin mirar a quien ha demostrado históricamente no solo ser un contrapeso verdadero, sino que además es el principal portador del progreso de la historia: el pueblo.
Es en este contexto en el que resulta no solo posible, sino indispensable, defender el derecho a la libre manifestación y organización del pueblo. Las señales que ha dado López Obrador por abatir a las organizaciones sociales sólo ponen de manifiesto sus verdaderas intenciones. Por tal motivo, a lo largo del año, el movimiento antorchista nacional, ha puesto en marcha la celebración de su 45 aniversario. Escenarios como el estadio "Alfonso Lastras" en San Luis Potosí , el estadio Venustiano Carranza en Michoacán y el audiorama "El Trompo" en Baja California entre otros, presentaron llenos absolutos con miles de antorchistas consientes de que una verdadera transformación social sólo se puede hacer a través del pueblo organizado. En escasos días, el 21 de diciembre, concluirán los festejos. Aproximadamente 100 mil antorchistas se darán cita en el estadio Azteca para festejar, pero sobre todo, para demostrar a los vituperarios de las organizaciones sociales, gobierno, medios de comunicación etc., que el Movimiento Antorchista Nacional está más vivo que nunca y que se prepara para realizar un cambio verdadero mediante la conformación de un partido político auténticamente del pueblo. De esta manera, Antorcha demuestra con hechos lo que el verdadero cambio debe ser y de dónde tiene que partir: de las bases populares y trabajadores a todos los niveles. Nuestro aniversario servirá también para tender la mano a todas aquellas organizaciones que también han sido atropelladas y calumniadas por una supuesta 4ta transformación que pareciera estar más preocupada por enterrar a los que no concuerdan con su proyecto que en resolver los problemas del país. Unidad nacional, organización social y conformación del verdadero partido del pueblo serán la base de un verdadero cambio.
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