Y la batalla sigue. Tal vez porque temía que su estrategia de atropello no fuera enteramente entendida, ni las medidas de bloqueo social debidamente aplicadas, o quizá porque, a pesar del rigor con que se aplicaron, no hayan logrado aún, ni con su discurso, desprestigiar lo suficiente a las organizaciones populares, otra vez, el Presidente en persona tuvo que salir al quite; sólo que ahora, aparte de las "mañaneras", echó mano del poder de su firma. Se sabe que, con fecha 19 de febrero de 2019, el señor Presidente de la República, con toda su investidura a cuestas, se dirigió por escrito a todos los "Miembros del Gabinete legal y Ampliado del Gobierno de la República", con una orden tajante que no admitía réplica alguna: "...Hemos tomado la decisión de no transferir recursos del Presupuesto a ninguna organización social, sindical, civil o del movimiento ciudadano, con el propósito de terminar en definitiva con la intermediación que ha originado discrecionalidad, opacidad y corrupción". Así dice el documento oficial, titulado "Circular uno".
La medida en sí, en otro contexto, no significaría nada para la opinión pública en general, muy por el contrario, sonaría hasta encomiable. Pero si tomamos en cuenta el ambiente que reina ahora, de linchamiento mediático a prácticamente toda forma de organización social contraria al gusto del gobierno federal, ambiente azuzado casi desde que el señor Presidente inauguró sus conferencias mañaneras y sus discursos "anticorrupción", donde prácticamente no hay día que no se refiera -sin pruebas de su dicho-, en términos acusatorios y sarcásticos, en contra de las organizaciones "sociales, sindicales, civiles o del movimiento ciudadano", podemos entender entonces, que la "Circula uno", se trata, realmente, de una verdadera y soterrada "cacería de brujas".
Si el Presidente de la República, ya decidió que su gobierno no otorgará ningún tipo de apoyo a las organizaciones sociales -ya no digamos de "Transferencia Monetaria", que en realidad no sabemos de dónde sacó tal acusación-, pregunto: ¿qué necesidad tiene él, de andarlo anunciando?, ¿por qué tanta inversión para que la prensa venal, como jauría enloquecida, haga pedazos, en las primeras planas o en horario estelar, a las organizaciones sociales más representativas del pueblo pobre?
Pero además, no olvidemos que las organizaciones sociales tienen su fundamento y origen en nuestra Constitución Política: "No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito [...]", "No se considera ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto a una autoridad [...] (Art. 9º) ¿Queda claro lo aquí establecido por nuestra Carta Magna? Pero dice más: "Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de manera pacífica y respetuosa [...]"; "A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido, la cual tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario". (Ibíd., Art. 8º) Aquí no se dice por ningún lado, que las organizaciones deban recibir "transferencias de recursos del Presupuesto", pero sí se dice y muy claro, que a toda petición, aunque la haga una organización "social, sindical, civil o del movimiento ciudadano", deberá recaer un acuerdo de la autoridad. ¿Piensa acaso, el Presidente, instruir la derogación de estos artículos?, o simplemente los violará.
Pero la pregunta persiste, intriga y preocupa: ¿qué busca el Presidente y sus medios, con este linchamiento mediático de las organizaciones sociales, sindicales, civiles o del movimiento ciudadano? Tal vez suene un poco aventurado y prematuro, pero yo sostengo, que el Presidente busca, entre otras cosas, eliminarle competencia electoral, desde ahora, a su partido político, Morena, y a sus aliados.
En primer lugar, sostengo que el Presidente, su partido y sus aliados, calcularon mal y se dejaron llevar por la propaganda aquella del famoso "Tsunami morenista". Ahora se sabe que López Obrador ganó con poco mas de 30 millones de votos, es decir, el 53.1%, de los votos sufragados; pero si tomamos en cuenta, que para entonces el padrón electoral sumaban ya casi 90 millones de electores, vemos que son 60 millones de mexicanos los que no vieron al actual Presidente como una opción viable para México. Seguramente es esto, lo que despierta muy temprano al Presidente para las "mañaneras". En segundo lugar, con fecha 18 de enero de 2019, el INE informó que para entonces, sumaban ya 30 las organizaciones - "sociales, sindicales, civiles y del movimiento ciudadano," - que habían solicitado su registro para constituirse como un partido político nacional; y aunque sabemos bien cuan difícil es, que consigan estas organizaciones su registro, el Presidente bien puede darse cuenta con esto, cuantos hay en el país, que les gustaría disputarle el poder de la nación a partir del próximo trienio. Y finalmente creo, que no hay que olvidar el abstencionismo electoral. Los que saben de esto, dicen que representó algo así como el 36.58 por ciento de la lista nominal, es decir, aproximadamente, 32 millones 593 mil 382 electores, estos son más de los 30 millones con que ganó el actual Presidente. No es descabellado pensar, que el Presidente, su partido y sus aliados suponen, que gran cantidad de estos electores que no votaron por ningún partido, están agrupados en organizaciones "sociales, sindicales, civiles y del movimiento ciudadano". Así se explicaría, en parte creo yo, tanta fobia y rabia en contra de la organizaciones populares.
Y si esto es así, ¿qué nos queda a las organizaciones sociales de los pobres, señaladas por el Presidente, como "La Antorcha Mundial" y otras? Nos queda la Constitución, que para eso nos la dio la Revolución Mexicana. Ya llegó la hora de que el pueblo pobre distinga bien, cuáles son sus verdaderas organizaciones y qué tipo de gobierno le conviene. Los Gobiernos de cada estado, como Colima, tienen ahora la oportunidad histórica, de reivindicar el verdadero papel justiciero de la Constitución, respetando las organizaciones populares. La historia ya ha demostrado con creces, que los gobiernos tiranos y déspotas con el pueblo, no duran para siempre. Y si no lo creen, al tiempo.
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