MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Explotación infantil y otros fenómenos que derivan de la pobreza

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"Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida".

José Julián Martí

El trabajo y la explotación infantil es resultado de la pobreza, se alimenta de la miseria y prohibirlo, no hace que los niños vayan a la escuela. Una de las manifestaciones más crueles de nuestra sociedad es la explotación del trabajo infantil que involucra a millones de niños de tierna edad. Según cifras oficiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 218 millones de niños son explotados laboralmente en el mundo, y de esos, 132 millones trabajan como jornaleros agrícolas, muchos de ellos al lado de sus padres, para completar el magro ingreso familiar. Y de acuerdo con el informe de "Rompamos las cadenas de la esclavitud infantil" de Save the Children, 8.5 millones de niños viven como esclavos.

Todos ellos, obviamente, sin haber tenido tiempo para educarse, jugar, crecer y vivir su infancia, son sometidos a durísimas jornadas de trabajo. Los vemos trabajando en ladrilleras, como jornaleros agrícolas, en supermercados, vendiendo periódicos en las calles desde la madrugada, y otros, sobre todo niñas, en cocinas, y así sucesivamente.

De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval), de los 120 millones de mexicanos que actualmente somos, el 31.3 por ciento son jóvenes entre 12 y 29 años, es decir, cerca de 38 millones. Pero la desgracia es que de esos seres humanos jóvenes, vigorosos, alegres, creativos, más de la mitad (el 51%), cerca de 20 millones, viven en pobreza.

En Hidalgo existe una población de 738 mil 970 niñas, niños y adolescentes de entre cinco y 17 años, de los cuales 68 mil 290 trabajan, de ellos, mil 400 lo hacen en una ocupación permitida. En tanto, otros 66 mil 890 laboran en ocupaciones no permitidas, rubro que agrupa a trabajadores de entre cinco a 17 años o en ocupaciones y actividades peligrosas, de acuerdo con la Ley Federal de Trabajo. Así, el módulo da cuenta de que en Hidalgo la tasa de ocupación infantil no permitida se ubica en 9.1 por ciento y la tasa de inasistencia escolar en 5.9 por ciento. La comparativa con el estudio correspondiente a 2013 demuestra que el número de menores que trabajan en el ámbito local, incrementó considerablemente. De esa forma y de acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil (MTI) 2015, documento que fue presentado en octubre de 2016, Hidalgo fue la entidad que registró mayor incremento en su tasa de ocupación infantil no permitida en comparación a 2013, con una tasa de 2.2 puntos porcentuales. (El Independiente de Hidalgo del 30 de abril de 2018).

Este pronunciamiento no pretende, ni se opone a que los niños colaboren o desempeñen algunas tareas prácticas en el hogar, siempre y cuando sean moderadas, racionales y propicien la educación y preparación del infante. Pues también es cierto que quien jamás hace nada, que no sabe asear ni su espacio o atender tareas, aunque sean sencillas, crece siendo una persona improductiva, atenida al trabajo de otros y nunca sabrá valerse por sí mismo. Lo cuestionable es la explotación de los niños, su empleo por empresarios inescrupulosos que exprimen sus incipientes energías, sometiéndolos a jornadas de trabajo que les impiden satisfacer a plenitud las necesidades propias de la infancia, robándoles el tiempo necesario para su educación, descanso y juego, convivencia con otros niños de su edad, etcétera.

El trabajo infantil forma parte de la historia de la sociedad donde los poderosos han vivido del trabajo ajeno, sin importar la edad o el sexo de los trabajadores. Es un hecho tan antiguo como la especia misma, pero que se fortaleció desde los orígenes de la Revolución Industrial. En un lapso de 30 años Carlos Marx escribió su más grande obra; "El Capital", ahí en un apartado (Ramas industriales inglesas sin límite de explotación) el autor recopila testimonios que dibujan el panorama en donde a los niños se les sacaba de sus camas a las 2, 3 o 4 de la mañana para ganarse un mísero sustento hasta las 11 o 12 de la noche. "Guillermo Wood, de 9 años, tenía 7 años y 10 meses cuando comenzó a trabajar...Entro hacia las 6, y a veces hacia las 4 de la mañana. Ayer trabajé toda la noche, hasta las 8 de la mañana de hoy. Conmigo trabajaron 8 o 9 chicos más. Todos menos uno, han vuelto entrar al trabajo hoy por la mañana". Más adelante continúa diciendo "...La manufactura de cerillas data de 1833. La mitad de los obreros de esta industria son niños menores de 13 años; niños andrajosos, hambrientos, abandonados y sin educar, la parte más desamparada de la clase obrera". Ahí revela que eran empleados 250 adolescentes con menos de 18 años, 50 menores de 10 años y 10 con menos de 8 años; todos ellos cumpliendo jornadas de hasta 15 horas.

A casi dos siglos de distancia, el panorama no es muy diferente, las condiciones que imperan en las maquilas de las grandes empresas trasnacionales no distan mucho de las de aquel entonces: jornadas de 12 horas, meses de 30 jornadas, horas extra forzosas y sin paga. En el caso de México, no debe pasar inadvertido que los gobiernos pretenden "flexibilizar" las disposiciones del artículo 123 constitucional y de la Ley Federal del Trabajo a fin de hacer más atractiva para los capitales depredadores -esto es, más barata y explotable- la fuerza de trabajo local, y que este designio entraña riesgos de desprotección adicional y especialmente severa para los menores que trabajan"... Es decir, no se trata de algo meramente casual, un accidente de la economía. Es parte de la vida de sociedades donde mientras unos viven sin trabajar, otros trabajan para mantenerlos.

Jornadas extenuantes van reduciendo la salud de los niños, agotándolos prematuramente y haciéndolos cada vez más vulnerables a enfermedades, pues asociado con todo este cuadro aterrador, existe una insuficiente alimentación. Así se crean entonces las condiciones para el quebrantamiento de la salud de nuestra niñez. Es necesario atacar fenómenos tan inhumanos, como la explotación infantil, si queremos una juventud sana, estudiosa y culta, físicamente fuerte, competitiva en deportes, solidaria y no llena de rencores contra la sociedad.

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