El teatro le pertenece al pueblo, tal como en la antigua Grecia, con la carreta de Tespis que era una especie de teatro ambulante itinerante apreciado, públicamente, por todos los griegos. Aunque, después se crearon espacios destinados especialmente para representaciones teatrales, dichas construcciones albergaban a miles de habitantes que apreciaban temas filosóficos, sociales y políticos de mayor trascendencia, y sobre todo de interés para todos.
Aquellas representaciones de teatro, aunque tenían tintes mitológicos, eran inspiradas en las vivencias del pueblo, en el sufrir de la gente, en la unión del pueblo, como lo demuestran los grandes trágicos en sus obras (Esquilo, Sófocles y Eurípides) cuya lectura y apreciación debe ser obligación para todos: estudiantes, campesinos, profesionistas, amas de casa, etc.
Y tal vez dirán que actualmente existen grandes e imponentes espacios destinados al teatro y la cultura, sí es verdad, ¿pero son del pueblo? esos espacios de ninguna manera son para el pueblo, les pertenecen a la ideología dominante, solo los que tienen para pagar pueden apreciar teatro, música clásica, poesía, ballet; una entrada a un teatro cuesta entre 300 o hasta mil 500 pesos, por esa razón el pueblo, la gente que vive al día, jamás piensa en acudir a apreciar una buena obra de teatro o por lo menos leerla, prefieren conectarse por horas viendo telenovelas, "tragedias" ridículas de los ricos.
Entonces el teatro nació en el pueblo y debe regresar al pueblo, por eso Antorcha busca, como lo hizo durante su vida el maestro Víctor Puebla, devolverle el teatro a su legítimo dueño. En escenarios de tierra hemos formado grandes artistas que sienten en la sangre las tragedias griegas o grandes obras de dramaturgos mexicanos Rodolfo Usigli o Emilio Carballido y con ello cumplen la sensibilización del pueblo, transmiten cultura a la gente, les enseñan política, filosofía, una visión crítica de los problemas sociales y sobre todo los hacen más conscientes de su injusta realidad. También hemos logrado edificar imponentes espacios para la cultura y el arte, como el teatro "Acolmiztli" o la Escuela de Bellas Artes, con el auditorio "Humberto Vidal", ambos en Chimalhuacán, estos espacios son destinados al pueblo y los utilizan artistas formados en el pueblo.
La cultura, el arte, y también el teatro, que Antorcha se ha preocupado por fomentar en las capas sociales más vulnerables, son de calidad, es profesional y es sensibilizadora del pueblo. Muestra de lo que afirmo son las Espartaqueadas Culturales de Antorcha, que es ya el encuentro cultural más importante del país, cabe mencionar que varios grupos culturales que representan al país se nutren de artistas que se presentan en las Espartaqueadas.
Finalmente, la cultura es una arma trasformadora que le pertenece al pueblo y solo al pueblo, esto es una firme convicción de Antorcha y también lo fue del maestro Víctor Puebla, quien en vida siempre defendió ese ideal y hoy a diez años de su muerte lo recordamos como el dramaturgo contemporáneo del pueblo, un ser comprometido con la justicia al pueblo y convencido de que el teatro era, es y debe ser del pueblo: el divo de Puebla.
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