MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Presidente evangelizador

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Si algo realmente está cambiando con la Cuarta Transformación, es la relación entre Gobierno e iglesias. Acostumbrados a un Estado defensor de su laicidad, los mexicanos observamos ahora un claro acercamiento entre las autoridades civiles y algunas expresiones religiosas. Veamos tres hechos al respecto. 1) El permiso que otorgó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, para que en el Palacio de Bellas Artes se homenajeara al líder de La Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, por sus 50 años de vida. 2) La participación del pastor Arturo Farela Gutiérrez, Presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), en el evento realizado por Andrés Manuel en Tijuana para celebrar los acuerdos sobre la imposición de aranceles. Y 3) El papel que la Secretaría de Gobernación le asignó a las iglesias evangélicas agrupadas en Confraternice para que distribuyan la Cartilla Moral de la 4T. Son tres momentos que ilustran la estrecha relación que guardan el actual Gobierno y ciertas iglesias. Si en otra cosa no, aquí si ha logrado un cambio visible Andrés Manuel.

El Gobierno abre sus puertas para que determinados cultos participen políticamente desde el seno del poder. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: porque Andrés Manuel está convencido de que solo mediante el cultivo del alma se podrán eliminar los vicios que lastran a nuestra sociedad. Los mexicanos estamos acostumbrados a gobiernos en los que la figura del poder ejecutivo es omnipotente; más allá de la división de poderes, y de los pesos y contrapesos que se supone que existen en el aparato de gobierno, en los hechos el presidente tiene siempre la capacidad de imponer sus decisiones. Si esto aplica en todos los casos, con Andrés Manuel el presidencialismo alcanza grados exacerbados: él fundó y dirige al partido que lo llevó al poder (Morena) y quienes lo rodean saben que la última palabra sobre lo que se hace o deja de hacer, viene siempre de él. Así, quien invita a las iglesias a participar activamente en política no es el gobierno en general, sino Andrés Manuel en concreto. Quiere apoyarse en los ministros de la fe para logar sus objetivos.

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López Obrador es un hombre profundamente religioso. Al ser un tema especialmente sensible por la laicidad que el Estado mexicano ha guardado por décadas, el tabasqueño maneja con cuidado extremo su identidad religiosa; sin embargo, en sus círculos más cercanos se le conoce bien: pertenece a una de las iglesias protestantes evangélicas. "Cuando me preguntan de qué religión soy, yo les respondo que soy cristiano en el sentido más amplio de la palabra, porque Cristo es amor y la justicia es amor", dijo Andrés Manuel en un video grabado en marzo de 2018, cuando su religiosidad comenzó a levantar polémica en medio de las campañas. En su afán de alcanzar la Presidencia, ha debido ser flexible e incluso ha tenido que mandar señales contrarias: no solo se dice partidario del Estado laico, sino que se asume como un juarista radical. Aparentemente su adscripción religiosa no es relevante para su gobierno, pero lo es, y en un altísimo grado.

La religiosidad de AMLO es profunda y atraviesa todo su proyecto de gobierno. Inspirado por el humanismo cristiano, Andrés Manuel busca, verdaderamente, eliminar los problemas sociales de México, fundamentalmente la pobreza. Su análisis es el siguiente: la pobreza es causada por la desigualdad, la desigualdad proviene del modelo económico neoliberal, y este es fruto de la corrupción de los gobernantes. La causa última de la pobreza no es material, sino espiritual; es que el alma se aparta del camino de la rectitud y se corrompe: en lugar de ser honestos y preocuparse por el bienestar de los pobres, los gobernantes neoliberales mentían, robaban y traicionaban. El deseo obradorista de eliminar el neoliberalismo es genuino, pero al ser un hombre de fe, su análisis lo lleva a concluir que la causa de este modelo económico está en el alma y no en la realidad económica y social, por lo tanto, para acabar desde la raíz con el neoliberalismo rapaz se debe ir a sus causas más profundas, al alma de los gobernantes y del pueblo. Se necesita una renovación espiritual.

Andrés Manuel se considera un cruzado dispuesto a inmolar todo para cumplir su objetivo, y en esta tarea autoimpuesta sus aliados naturales son sus correligionarios, las iglesias cristianas. En un país donde la inmensa mayoría de la población es católica, resulta casi absurdo no invitar a esta iglesia al juego político, y en su lugar abrirle las puertas a los protestantes evangélicos. No solo se ha favorecido al protestantismo porque el presidente pertenece a sus filas, sino porque AMLO ve también en la iglesia católica esa corrupción del alma que tanto reprueba. No es casual que el protestantismo haya surgido como una rebelión contra el catolicismo por considerar que este había torcido el camino de Cristo. Por eso, quienes hacen homenajes en Bellas Artes, quienes dan discursos en los eventos presidenciales, quienes distribuirán la Cartilla Moral, y quienes ahora, bajo el nombre de la organización civil "La Visión de Dios", contarán con una estación de radio para transmitir en la península de Yucatán, no son los católicos. Son los evangélicos ayudando a AMLO a demoler el neoliberalismo.

Así se explica el acercamiento que en esta administración han iniciado el Gobierno y las iglesias evangélicas. Dado que el problema último de México, el que genera todos los demás, es un problema moral, propio del espíritu, la solución debe venir, por lo tanto, también de ese terreno. No mentir, no robar y no traicionar; ser un gobernante trabajador, austero y sin tachas; volverse ejemplo de rectitud para diputados, senadores, funcionarios, gobernadores y alcaldes; distribuir millones de ejemplares de la Cartilla Moral para que el pueblo la conozca; y dirigir un "mensaje educador" todas las mañanas; deberán bastar para poner al país de pie, para reducir la desigualdad y acabar con la pobreza. Creer que esas medidas son insuficientes, pensar que los problemas sociales del país provienen más de la materia que de las ideas, suponer que la causa se encuentra en los procesos económicos y sociales y no en el plano espiritual, es un error según Obrador.

Por eso encontramos expresiones como las que lanzó Andrés Manuel en la mañanera del 6 de marzo: "cuando estábamos estudiando las ciencias sociales nos decían que el capital se acumulaba por la explotación que hacía el burgués del proletario. Pues eso en el caso de México no aplica del todo, aquí la acumulación del capital se llevó a cabo mediante la corrupción y el saqueo. Aquí el maestro Marx no le atinó", dijo. Faltan todavía cinco años de gobierno, pero ya tendremos oportunidad de ver al final quién le atina más: si el maestro Marx o el presidente evangelizador.

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