Las declaraciones que hizo AMLO en la mañanera del 29 de marzo, merecen que nos detengamos en ellas. Ese día, un periodista le preguntó al Presidente cuál será el futuro de los comedores de las escuelas de tiempo completo en la Ciudad de México, ahora que se va a retomar el programa de comida caliente; como complemento de su pregunta, mencionó que los comedores de las escuelas de tiempo completo eran discriminatorios, pues cobraban entre 25 y 30 pesos al día, cantidad inaccesible para algunas familias. En respuesta, el tabasqueño dijo lo siguiente: "Esa es otra diferencia con los neoliberales. Ellos quisieran que todo se pagara. No les gusta la gratuidad. Para ellos la educación pública, la atención médica, los medicamentos gratuitos, todo eso es populismo, paternalismo. Esa es su concepción. Lo que se le entrega a la gente es paternalismo, es populismo, y están hablando de pesca. Pusieron de moda una frase. Enseña a pescar. No regales el pez. ¡Cuántas veces usaron eso! Claro que hay que enseñar a pescar, pero también la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno. Hasta los animalitos tienen sentimientos. Ya está demostrado. Ni modo que se le diga a una mascota: "A ver, vete a buscar tu alimento", pues se les tiene que dar su alimento. Sí, pero, en la concepción neoliberal todo eso es populismo, paternalismo". Hasta aquí Obrador.
En menos de dos minutos, Andrés Manuel cargó tres veces contra la concepción neoliberal de que los apoyos al pueblo son propios del populismo y del paternalismo. Pero estas frases a las que nos tiene acostumbrados el titular del ejecutivo ya no sorprenden a nadie. Lo verdaderamente nuevo fue la comparación que hizo entre "la gente pobre" y "los animalitos", las mascotas. Y es que esta declaración, más allá del insulto que significa para millones de mexicanos, es una verdadera revelación para entender al gobierno de la 4T. En pocas palabras, al equiparar a los pobres con los animales, AMLO manifiesta la concepción que tiene acerca del pueblo: es gente pobre, incapaz de valerse por sí misma, y que necesita que alguien superior le ayude a sobrevivir. Como a las mascotas su amo les da alimento, así el tabasqueño le da al pueblo apoyos directos en una tarjetita. Para el Presidente el pueblo necesita a alguien que vea por sus intereses, que lo alimente y lo cuide.
¿No es esto el verdadero paternalismo? "Tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo; políticas, laborales, etc." Esta es la definición según la RAE. Sin afán de hacerle eco a las posiciones neoliberales, la concepción que tiene Andrés Manuel del pueblo, en efecto, lo coloca como un gobernante paternalista. ¿Por qué? Para él, resumidamente, los pobres son menores de edad. No pueden valerse por sí mismos y necesitan de su padre, de AMLO, para todo. Pero hay algo más, y es que, como ocurre con los menores de edad, los pobres no saben lo que quieren; quien lo sabe es la figura paternal de la autoridad, el presidente que se preocupa por darles su alimento. Así se entiende que el político de Macuspana deteste a las organizaciones populares y su movilización: el pueblo no está para exigirle cosas a su gobierno, para proponer, para jugar un rol activo; el pueblo solo debe ser receptor de lo que el gobierno obradorista destine para él, pero nada más. Al fin y al cabo, el padre Andrés Manuel ya sabe lo que el niño pueblo necesita; y que no pida más.
Esta idea contrasta con el rol que AMLO supuestamente le ha asignado al pueblo. Ha dicho que él seguirá la máxima de "mandar obedeciendo", pues el pueblo es sabio y bueno; para no equivocarse en el gobierno, dice, es mejor preguntar. Pero esta idea, que en lo abstracto es loable, se vuelve criticable cuando se analiza en lo concreto. En los hechos, el mandar obedeciendo de López Obrador se ha reducido a dos medidas: las consultas ciudadanas y la revocación de mandato en 2021. No es este el espacio para desarrollar la explicación de por qué ni las unas ni la otra son un verdadero ejercicio democrático, como nos lo intentan vender los opinólogos del nuevo régimen. Diré solamente que las famosas consultas son simples mecanismos cuya utilidad es legitimar decisiones políticas previamente tomadas por el ejecutivo federal; y no hace falta mucho seso para descubrir que la revocación de mandato es en realidad una estrategia electoral para que Morena gane posiciones en las elecciones intermedias. A eso se limita el "rol activo" que Andrés Manuel le da al pueblo.
Con base en las insultante comparación presidencial, y considerando la relación objetiva –la discursiva no, porque de lengua me como un taco- que ha mantenido el gobierno de AMLO con el pueblo, podemos sacar algunas conclusiones. La 4T se presenta como un gobierno del pueblo, sin embargo, en realidad es una administración que le impone al pueblo, con todo el peso del poder, qué puede hacer y qué no. Para Obrador los pobres son niños que necesitan un padre para que les proporcione comida y para que les marque la línea de comportamiento que deben seguir; y el padre es él. Este paternalismo semidictatorial es uno de los rasgos que definen al nuevo régimen. Pero el pueblo y sus potencias revolucionarias no pueden ser detenidas ni por el pináculo del poder: los próximos seis años el pueblo enfrentará las imposiciones del Presidente, y la mejor forma de hacerlo es mediante la organización. En esta lucha, el Movimiento Antorchista se encuentra en la primera línea de fuego. No es casual que Antorcha sea la organización que más ataques ha recibido por parte de Andrés Manuel: nosotros no aceptamos, nunca lo hemos hecho, ni lo haremos jamás, que el pueblo se rinda al dictado de los poderosos. Y para demostrar que los antorchistas no somos menores de edad, que sabemos bien lo que queremos, defenderemos en las calles el derecho que tiene el pueblo a construir la sociedad que merece. Le pese a quien le pese.
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