MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Descontento social en Tabasco

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¿Qué impele a un grupo de habitantes a trasladarse de sus pueblos y colonias hacia una plaza pública o frente a una sede gubernamental, exponiéndose a las duras condiciones climatológicas, como lo son en el estado de Tabasco, el Edén de México, o en cualquier otro rincón del mundo? ¿Qué motiva a las masas populares, explotadas y ninguneadas a manifestarse y exponerse ante los "imparciales" medios de información que presentan a los manifestantes como victimarios de los "pobres" políticos y funcionarios que se asumen como la razón y la justicia absoluta para decidir sobre el destino de vidas y haciendas? No es la abundancia de medios de consumo, ni mucho menos la posesión de los medios de producción en manos de las clases trabajadoras, lo que genera esta inconformidad. Todo lo contrario. ¿Por qué habría de inconformarse la sociedad que posee los medios para producir, que es a la vez dueña de lo producido, y todos producen según su capacidad y reciben según su necesidad? Sin los medios de producción o con una cantidad pequeña y rudimentaria de éstos, la mayor parte de los integrantes de la sociedad sólo pueden sobrevivir vendiendo su fuerza de trabajo a los que sí poseen dichos medios en abundancia y a la vanguardia tecnológica.

En la sociedad capitalista el trabajador recibe un salario por su participación en el proceso de producción. El tiempo de trabajo en que se genera el valor de su salario, según demostró un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Universidad Autónoma de México, es tan solo de 9 minutos, trabajando casi toda la jornada de trabajo gratuitamente para el capitalista. Después de dejar la vida en la fábrica, de dejar sus mejores años, su fuerza y su inteligencia en la creación de riqueza social, el trabajador es desechado como un viejo guiñapo. Trato injusto e inhumando, propio de una sociedad dividida en clases sociales.

Es esta situación de injusticia social la que obliga a las personas a organizarse y pedir a los gobiernos su intervención en la solución de problemas como la falta de obras y servicios, la raquítica generación de empleos y el pago de salarios de hambre que no permiten vivir con dignidad a las familias mexicanas. Para ello, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos brinda los mecanismos y los derechos necesarios para organizarse y pedir la intervención gubernamental y actuar en el marco legal. Es decir, no comete delito alguno la gente que pide vivir y trabajar en su país con las mejores condiciones posibles. La pobreza motiva la organización de la gente para solucionar colectivamente sus problemas, pero no es suficiente; en este ya de por sí camino espinoso en la lucha por la atención a sus necesidades, se encuentra todo el aparato de gobierno y los medios de información, ambos en poder de la clase dominante, que obstaculizan con un tropel de artificios la solución de los problemas de la gente. Por el contrario, los gobiernos evaden su responsabilidad y buscan enlodar la lucha de las masas empobrecidas para que la opinión pública condene su legítimo actuar y allanando el terreno para justificar el uso de la fuerza pública y, así, intimidar a los manifestantes.

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Lamentablemente, para la inmensa mayoría de los mexicanos, la pobreza no se reducirá ni un ápice, por el contrario, se agudizará, porque la raíz del problema sigue intacta, la estructura económica diseñada para que el capital predomine sobre el trabajo, ha encontrado en el gobierno morenista encabezado por Andrés Manuel López Obrador, terreno fértil para reproducir las relaciones de explotación capitalista. Pero el gobierno yerra al pensar que negándole a los mexicanos su derecho a luchar organizadamente por mejores condiciones de vida, los pulverizará en diminutos granos de arena, y que la pobreza desaparecerá con la entrega individualizada de tarjetas, política social tan criticada en administraciones anteriores, pero que, finalmente, el mecanismo fue adoptado por el gobierno morenista, que está creando una estructura para favorecer electoralmente al partido en el poder. Si usted me lo permite, amable lector, como una muestra del descontento social que comienza a brotar en el país, describiré brevemente lo que aconteció hace unos días en la propia tierra –en su propia agua– del Presidente de la República:

El martes 18 de junio la capital de Tabasco vivió una jornada de manifestaciones en Plaza de Armas. Frente al Congreso local un grupo de aproximadamente ciento cincuenta habitantes de colonias populares amenazaron con tomar la caseta de cobro No. 176 "Sánchez Magallanes" ubicada en la carretera que va de Cárdenas a Coatzacoalcos, si no se atendían los daños causados por las inundaciones que afectaron las humildes viviendas de la gente. Frente al Palacio de Gobierno, cerca de cien jubilados y pensionados se manifestaron para denunciar que no están recibiendo por parte del Instituto de Seguridad Social del Estado, los medicamentos que necesitan para atenderse enfermedades como el cáncer, diabetes e hipertensión. A unos metros de las primeras dos manifestaciones, un grupo de doscientos estudiantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios "Rafael Ramírez", exigieron ser incluidos en el Programa Nacional de Becas para el Bienestar "Benito Juárez", prometidas por el gobierno federal para todos los estudiantes del país, y que hasta el momento, miles de jóvenes de escasos recursos económicos no han sido siquiera censados.

No sorprende que las manifestaciones hayan acontecido en la tierra del mandatario tabasqueño, sino la rapidez con la que la realidad económica, política y social está demostrando a los mexicanos que la situación en el país no está mejorando y que fue un error entregarle el poder político a López Obrador; error al que contribuyeron los antiguos partidos políticos, que ya no representaban los intereses de los más necesitados, obligando al pueblo a buscar una alternativa. Las manifestaciones de los ciudadanos inconformes son un síntoma de la ineficiencia de las políticas del gobierno morenista que no surten efecto en el combate a la pobreza y la desigualdad económica, y son resultado de la irracionalidad del modelo económico neoliberal, que produce mucha riqueza, concentrándola en un reducido grupo de millonarios, a costa de mantener a la mayoría de la población en la miseria. Pero no todo está perdido, la alternativa verdadera para cambiar el actual modelo económico y combatir enérgica y eficientemente la pobreza es el Movimiento Antorchista Nacional, que será la luz que ilumine el camino de los pobres de México hacia la toma del poder político de la nación. ¡Antorcha con el pueblo triunfará, gobernará nuestra nación!

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