Se dice que la Revolución Mexicana comenzó el 20 de noviembre de 1910, fecha que continúan conmemorando la mayoría de las instituciones educativas, promoviendo sendos y alegres desfiles, coloridos y desbordantes; y el sector empresarial y de gobierno dando asueto a sus miles de trabajadores asalariados. A pesar de ello, la realidad esto no fue así. El movimiento político y social que engendró la Revolución Mexicana comenzó mucho antes de esta fecha y que, a juzgar por los resultados a favor de la suerte de los más pobres y desamparados de la patria, me da la impresión de que aún no termina. Pero hoy no entraré en detalles; para dar a conocer toda la opinión que sostenemos los antorchistas acerca de este célebre movimiento armado, necesitaríamos mucho más espacio que uno tan reducido como este artículo. Pero lo haremos después.
Cuenta don Jesús Silva Herzog, en su interesante obra Breve Historia de la Revolución Mexicana, todo lo acontecido en nuestro país a partir del día 21 de mayo de 1911, cuando frente a la Aduana de Ciudad Juárez, Chihuahua, se firmó el convenio de paz entre los representantes del gobierno del general don Porfirio Díaz —donde reconocía la derrota y renunciaba al gobierno— por un lado, y los representantes de la Revolución, don Francisco I. Madero y don José María Pino Suárez, por el otro. Si recordamos que los maderistas se levantaron en armas, sobre todo para derrocar a don Porfirio, (recordar el famoso "sufragio efectivo no reelección) podemos decir entonces, que, para muchos de ellos, la Revolución había triunfado y por lo mismo, terminado también, por lo tanto, sólo quedaba disfrutar los frutos anhelados de la misma. De hecho, se sabe por la obra que cito, que en el convenio de paz suscrito, quedó establecido en el punto tercero que don Francisco León de la Barra, entonces secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de don Porfirio Díaz, se encargaría interinamente del Poder Ejecutivo de la Nación y convocaría a elecciones generales dentro de los términos de la Constitución. ¿Qué fue lo que llevó a don Francisco I. Madero y los revolucionarios de entonces, a suscribir tal convenio y entregar interinamente la dirección del país, al gobierno reaccionario que acababan de derrotar con las armas? Silva Herzog sostiene que se debió a que, tanto Díaz como Madero y los revolucionarios, temieron una nueva intervención militar por parte de Estados Unidos (recordar a 1847) que aprovechando el conflicto, tenía a más 20 mil hombres del ejército norteamericano en la frontera.
El 1 de octubre de 1911 fueron las elecciones Constitucionales, y para el 6 de noviembre el caudillo Madero ocupó la silla presidencial. Los casi seis meses que transcurrieron luego de derrotado don Porfirio, quedaron retratados magistralmente en la obra Un decenio de política mexicana de don Manuel Calero, de ella destaco lo citado por Silva Herzog: "En medio del desorden más lamentable en la política general, incoherente y sin rumbo, y con sublevaciones por doquiera, reveladoras de la espantosa indisciplina que suscitara la Revolución, pasamos el angustioso periodo del interinato, siempre con la pueril esperanza de que, «cuando la Revolución se hiciera Gobierno», según el clisé consagrado, el país volvería a alcanzar una condición de equilibrio"
Pues seguimos esperando desde entonces, don Manuel; después de 107 años seguimos esperando que "la Revolución se haga Gobierno", pero un gobierno de los pobres que promueva el equilibrio que necesita el país. A más de un siglo de la Revolución, aún hay campesinos sin tierra, trabajadores sin trabajo, estudiantes sin escuelas, universitarios sin universidad, amas de casa sin casa, niños sin infancia y profesionistas que no ejercen su profesión. La Revolución y sus anhelos de justicia no ha terminado para los mexicanos pobres, y no podrán terminar mientras la pobreza mata de hambre, frío o calor, de enfermedades curables o de violencia de todo tipo a miles de mexicanos pobres. Por eso, ¡Mienten los que dicen que ha llegado la cuarta transformación! Si supieran un poco de historia, verían que no hay tal transformación para los pobres de siempre.
Pero en el Movimiento Antorchista Nacional sabemos que tarde o temprano la justicia de la Revolución llegará, pero con el pueblo pobre organizado. Por ejemplo, en Colima celebramos el mes de la Revolución luchando y haciendo justicia al campesino. En el estado existen 45 Bachilleratos Rurales llamados de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) y Tele Bachilleratos Comunitarios (TBC), laboran en ellos 255 trabajadores entre maestros, directivos y personal de apoyo para atender a más de 2 mil 500 estudiantes; hasta el año pasado ningún de estos bachillerato tenía edificio, todos usaban instalaciones prestadas, insuficientes y de mala calidad para el nivel de que se trata. Una injusticia total, insolente y flagrante para los hijos del campesino colimense. Pero gracias a la gestión del Movimiento Antorchista, doce de estos bachilleratos rurales tendrán ahora sus propios edificios. En el mes de mayo pasado inauguramos seis construcciones nuevas y en noviembre colocamos la primera piedra de seis edificios más; en total, 20 millones de pesos invertidos para la educación de más de mil estudiantes. ¡Felicidades maestros y estudiantes antorchistas! ¡Felicidades a todos los colonos y campesinos que participaron! Aseguro que no hay mejor manera de celebrar la Revolución que haciendo justicia para los campesinos pobres.
¿Y qué decir a los estudiantes acerca de lo que esperamos los antorchistas de la Revolución en su 108 aniversario? Me atengo aquí a lo dicho por el maestro de todos los antorchistas, el Ingeniero Aquiles Córdova Morán: "Llegó la hora de que la juventud estudiosa vuelva a la auténtica lucha política, a la auténtica lucha revolucionaria, reclamando un proyecto que libere a México de su atraso y de su dependencia económica y a las masas populares de su doble esclavitud: de pobres e ignorantes" Adelante pues, con la Revolución de los pobres.
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