MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Cierre de gobierno de EU, crisis de una oligarquía plutocrática

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Los sucesos ocurridos en Estados Unidos están acaparando la atención del mundo. Pero ¿a qué se debe esta situación? Desde el 1 de octubre, el gobierno federal permanece cerrado como consecuencia de una congelación presupuestaria.

Los principales medios de comunicación han expuesto las posiciones de cada una de las partes. Por un lado, los demócratas enarbolan como principal exigencia “renovar los servicios de salud que están por expirar”. Sin embargo, tras esa fachada se revela su verdadero objetivo: controlar las órdenes ejecutivas de Donald Trump, que restringen o cancelan recursos previamente aprobados por el Congreso para ayuda internacional y otros programas. 

Apoyándonos en la opinión de estudiosos serios del modelo político estadounidense, podemos afirmar que el régimen es una oligarquía plutocrática; es decir, un grupo de megamillonarios es el que verdaderamente gobierna y decide en el país.

Por otro lado, Trump no ha cedido terreno. Ha manifestado que “discutirán los subsidios cuando el gobierno vuelva a funcionar” y ha señalado que esta crisis es una oportunidad para “hacer más recortes a la fuerza laboral federal”.

De acuerdo con los medios, se está librando una batalla entre los líderes demócratas y republicanos en el Senado sobre los presupuestos, una situación que mantiene en vilo a miles de estadounidenses que dependen de su salario para vivir. No obstante, la lucha no es tan simple como se maneja en la superficie; al menos, no en la esencia de los hechos.

Apoyándonos en la opinión de estudiosos serios del modelo político estadounidense, podemos afirmar que el régimen es una oligarquía plutocrática; es decir, un grupo de megamillonarios es el que verdaderamente gobierna y decide en el país. Ambos bandos, en consecuencia, se componen de defensores de los intereses de este régimen.

Es obvio, entonces, que los dos contendientes tengan intereses muy similares y que deban defenderlos por encima de todo. Tanto demócratas como republicanos representan los intereses de la oligarquía plutocrática y ambos buscan su consolidación, enriquecimiento perpetuo y defensa.

Por lo tanto, es válido plantear que la guerra entre ellos obedece a una diferencia de opinión sobre la mejor forma de lograr la estabilidad, la riqueza creciente y la seguridad de la oligarquía a la que pertenecen.

Pero… ¿de qué peligros, concretamente, busca protegerse el sistema? Aparentemente, Estados Unidos sigue siendo la primera potencia económica y militar del mundo. Sin embargo, esta fachada de fortaleza oculta una realidad distinta: el imperialismo norteamericano enfrenta amenazas estructurales profundas y potencialmente terminales.

El problema principal y más grave es la desigualdad social abismal, un mal endémico que el modelo neoliberal ha llevado a extremos insostenibles. Este modelo ha conseguido un crecimiento constante del PIB, pero, al mismo tiempo, ha acelerado la concentración de esa riqueza en manos de la oligarquía. 

Mientras tanto, los salarios y las prestaciones de la clase trabajadora se han estancado o reducido. En los últimos tiempos, esta desigualdad ha mutado en un empobrecimiento abierto y generalizado de las familias trabajadoras.

Esta fractura social no es sólo un problema ético; es la grieta que anuncia el colapso, generando una serie de crisis secundarias que evidencian la fase terminal del imperialismo.

Es precisamente esta urgencia por encontrar un plan de rescate para evitar la catástrofe final lo que explica la virulencia del enfrentamiento entre los dos bandos de la oligarquía. Y lo que está en juego es monumental.

Trump y los suyos continúan implementando su política, la cual se contrapone directamente a la de sus contrarios. Sin embargo, es crucial entender que ninguna de las dos está pensada para mejorar las condiciones de la gran masa estadounidense.

La política de los contrarios de Trump ha utilizado históricamente la ayuda internacional como herramienta de poder, mientras que la política de Trump prioriza otros intereses.

Pero el resultado final es el mismo: todos hemos sido testigos de lo mal que lo están pasando las clases explotadas, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, a causa de una u otra forma de aplicar esta misma política opresiva.

Que nadie se engañe: ninguno de los dos bandos tiene como preocupación central la defensa de los trabajadores o sus familias. Es cierto que ambos recurren a un discurso populista: los demócratas se presentan como defensores del “pueblo” frente a los recortes crueles de Trump, y los republicanos como paladines de los “contribuyentes” frente a un gobierno gigantesco y derrochador.

Pero esta pugna discursiva no es más que el reflejo de una verdadera guerra civil no declarada al interior de la clase dominante estadounidense, una lucha a muerte por definir el rumbo que permita salvar un sistema en agonía, a costa de quien sea.

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