Bajo el argumento de que "no se comportaron de manera correcta, les gana mucho el ansia opositora", personal de Palacio Nacional reprimió a decenas de presidentes municipales del interior de la república que buscaban una audiencia con el presidente debido al abandono a la seguridad e infraestructura de municipios y estados, mismo que deja ver el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 entregado en septiembre para su análisis y aprobación.
Por medio de un comunicado de prensa, la coordinación de Comunicación Social y Vocería de la presidencia afirmó que "con fines disuasivos se dispersó una dosis moderada de aerosol defensivo natural en el ambiente que no puso en riesgo la vida de ninguna persona". O lo que es lo mismo: utilizaron gas lacrimógeno para dispersar una protesta social, cuya demanda es justa. Los alcaldes reprobaban la suspensión de diversos fondos para ayuntamientos, como el Apoyo a Migrantes, para Fronteras, para el Fortalecimiento Financiero y de Reconstrucción para Entidades Federativas y, el más preocupante, el de Fortalecimiento del Desempeño en Materia de Seguridad Pública, que recibirá 25.1 por ciento menos que lo que se ejerce para este 2019.
Bueno, pues esta protesta, cuya causa no fue, creo yo, un simple capricho sino efecto del malestar de la población que se verá –y ya se está viendo- afectada por la llamada "austeridad republicana" y la necedad de cancelar programas de verdadero beneficio social para sus programas de transferencia monetaria directa, los cuales, ya se ha visto, no significan un cambio en las condiciones de lacerante pobreza en la que se encuentran más de 90 millones de mexicanos.
En este contexto, el jefe del ejecutivo salió a declarar que el motivo de la represión a los alcaldes fue que "no se comportaron de manera correcta, les gana mucho el ansia opositora". Ajá. ¿Con que pedir que nos den seguridad y obras públicas, lo cual es obligación del Estado, es ‘ansia opositora’ que merece reprimirse?
No cabe duda de que estamos entrando a un gobierno que sigue los senderos de una pequeña dictadura, que busca callar las bocas de quienes se atreven a cuestionar su actuar, a pedir explicaciones de sus hechos, a exigir a respeto a sus derechos más fundamentales, a exigir una vida digna y decorosa, mejores condiciones, mejores salarios, más obras sociales, educación de calidad, con buena infraestructura.
En este contexto, los antorchistas ya vivimos en carne propia los efectos de la política de represión de esta llamada Cuarta Trasformación. Por ‘órdenes superiores’, que bien sabemos vienen desde el despacho del ejecutivo, nos fue negado realizar la celebración por los 45 años de vida del Movimiento Antorchista en el sureste del país, mismo que se realizaría en el estadio "Víctor Manuel Reyna", en Chiapas; sin embargo, tres días antes nos avisan que no podíamos hacer uso del recinto, aun cuando ya había un contrato de por medio y que, si realizábamos nuestra concentración, en la que 60 mil antorchistas se reunirían a festejar sus triunfos, nos atuviéramos a las consecuencias.
De esta manera, el Gobierno Federal violentó el artículo número nueve de nuestra Carta Magna: "No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto licito". ¡Nuestra reunión era completamente lícita y pacífica! Los antorchistas de Chiapas, Tabasco, Yucatán, Campeche y Quintana Roo no tenían otra intención más que festejar los frutos de su trabajo, mostrar su quehacer artístico, compartir sus logros, difundir sus ideas e invitar a más gente a organizarse con Antorcha para luchar por cambiar este sistema que oprime a los menos favorecidos, ¿acaso eso es un delito?
Los antorchistas hemos buscado audiencias con el Gobierno Federal –todas sin mayor resultado que más reuniones con más funcionarios agendadas- para que se nos autorice realizar nuestro evento del 45 aniversario en el Sureste, que hubiera sido la tercera concentración multitudinaria de nuestra organización, dando ejemplo de que Antorcha está más viva que nunca, como ya lo demostramos con 100 mil antorchistas en San Luis Potosí, con 60 mil en Michoacán, con 20 mil en la frontera tijuanense, un acto sin precedentes, y como lo demostraremos este próximo 10 de noviembre, en punto de las 7 de la mañana, 150 mil antorchistas en la capital poblana.
Ahora nos toca a los antorchistas de Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero y Puebla dar la cara, decir que aquí esta Antorcha y que no nos van a callar. Los estadios Cuauhtémoc y Hermanos Serdán serán el foro en el que 150 mil almas mostraremos la fuerza del pueblo pobre organizado. Desde donde, también, exigiremos un cese a la represión burocrática y mediática que está ejerciendo el actual gobierno de la cuarta transformación contra nosotros y que inició, incluso, desde antes que López Obrador asumiera la presidencia.
Además, desde los estadios, una marea de banderas rojas le diremos a México que el Movimiento Antorchista está listo para ser una opción para gobernar. Sabemos cómo hacerlo, el desarrollo de los municipios poblanos de Tecomatlán y Huitzilan respaldan esta afirmación, y lo vamos a lograr con el apoyo del pueblo organizado y consciente.
Por eso, este 10 de noviembre, ningún antorchista puede faltar, se lo debemos a nuestros hermanos del sureste, quienes aún esperan una solución; se lo debemos al resto de antorchistas del país, para quienes Puebla es un hermano mayor; se lo debemos a las masas depauperadas de México, que aún no se deciden a organizarse porque no han encontrado una verdadera opción y a quienes Antorcha invita a caminar de la mano con los casi tres millones que somos en el país. El 10 de noviembre, los antorchistas de la Región Centro 2 tenemos una cita con la historia. ¡Ahí nos vemos!
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